El 25 de junio en 1983 se derogó en España el uso del garrote vil, hace 40 años. Bien es cierto que la pena de muerte se abolió en la práctica en 1978, hubo que esperar hasta el año 1983 para que desapareciera como texto en el Código Penal. El popularmente conocido como garrote vil, fue el sistema y la técnica usada en España como método de ejecución utilizado. Para conocer sus orígenes como medio de aplicar la pena capital en nuestro país podríamos remontarnos a época de la Santa Inquisición, aunque históricamente fue adoptado por otros países.

Legalmente, estuvo vigente desde 1820 al ser la técnica recogida oficialmente para ejecutar a presos por decisión del propio monarca absolutista, Fernando VII. Sustituyó a la horca, que fue el método de ejecución más común en España hasta ese momento.

¿En qué consiste el siniestro artilugio?

Básicamente, se basaba en la aplicación de una fuerte presión sobre el cuello de la persona a través de una vara o barra. Este hecho causa la asfixia del ejecutado, llegando incluso a fracturar la médula espinal. Se colocaba un collar de hierro con un tornillo acabado en una bola sobre el condenado. Al ser volteado, provocaba la fractura del cuello y, como consecuencia, un coma cerebral.

Dos tipos, el de alcachofa y de corredera

Hubo dos modelos de garrote vil. Los primeros se denominaron “de alcachofa”. En este tipo, una manivela ponía en marcha un tornillo que, a su vez, retraía una pieza móvil hasta aplastar contra el poste el cuello del condenado. Este se alternó con el posterior, el denominado “de corredera”, aparecido hacia 1880. En este modelo, el collarín presionaba contra un marco de hierro. Las letales consecuencias eran similares por el aplastamiento de la garganta y que llegaba, incluso, a triturar las vértebras.

Nada piadoso

Uno de los argumentos de los defensores durante el franquismo de esta técnica era su supuesto carácter piadoso con el reo por encontrarse este sentado y ser su ejecución rápida. Pero no fue exactamente así, pues todo dependía de la “habilidad” y fuerza física del verdugo, así como de la resistencia que ofreciera el cuello del condenado. Dependiendo de estas circunstancias, la muerte podía ser instantánea pero, también, alargarse agónicamente hasta más de veinte minutos.

El franquismo y el garrote vil

El franquismo utilizó el garrote vil como método de ejecución en buena parte de la dictadura. Su utilización se dirigía más a quienes el régimen consideraba enemigos políticos, es decir, a no adeptos, activistas antifranquistas y militantes demócratas. En menor medida se usó para ejecutar a condenados por delitos comunes.

Ultimas ejecuciones del franquismo: Puig Antig y un vagabundo alemán

Las últimas ejecuciones por garrote vil del franquismo se desarrollaron el 27 de septiembre de 1975. El garrote se les aplicó a los miembros de ETA, Jon Paredes y Anjel Otaegi así como a tres militantes del FRAP, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena. Antes, el 2 de marzo de 1974, los ejecutados por garrote fueron el anarquista Salvador Puig Antich y, en Tarragona, un vagabundo alemán, Georg Michael Welzel.

El bandolero, Luis Candelas

Como caso popular, cabe recordar que Luis Candelas, el famoso bandolero nacido en el madrileño barrio de Lavapiés e ídolo de una España contraria al absolutismo gobernante, finalizó sus días ejecutado en la plaza de la Cebada por este cruel método del garrote vil.