El 2022 no ha sido un año más en el aspecto climático. O sí, si se tiene en cuenta la tendencia de aproximadamente el último lustro en esta materia. Con todo, se han producido nuevamente situaciones que la sociedad no debería concebir como normales o incluso positivas como lo es, por ejemplo, que en esta última época navideña la tendencia esté siendo por lo general la de los días cálidos. 

Lo mismo ha ocurrido con el otoño -el de sensación climatológica más alta de la serie histórica, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) que se incluyen a continuación de estas líneas- o con el verano, que ha batido récord de olas de calor después de que prácticamente la mitad de los días en aquellos meses fueran testigos de unos números extremos. 

En ElPlural.com nos hemos puesto en contacto con la Fundación para la investigación del Clima (FIC), cuyos miembros se centran en el estudio de la meteorología (estado de la atmósfera en un momento concreto) y la climatología (estado de la misma durante un periodo normalmente de 30 años y que da nombre al clima desértico, en Almería, o atlántico, en Galicia, por ejemplificar la diferencia entre términos). 

César Paradinas, experto en la materia, califica de "un poco atrevido" que se atribuyan las cosas que suceden de forma diaria a la problemática climática. Sin embargo, evidencia que la lacra existe, en contra de muchas voces negacionistas que se siguen pronunciando contra la realidad a pesar de los datos. De hecho, nuestra fuente muestra una clara preocupación sobre el futuro que se plantea.

En este sentido, apunta que para conocer de forma más concreta si lo que está pasando se hubiera dado así hace 20 o 30 años, hay que recurrir a los estudios "de atribución". Así las cosas, el escenario del último verano y el actual invierno se debe a varios factores en los que juega un papel crucial el cambio climático: "Por un lado, a la circulación atmosférica: cómo se distribuyen las borrascas, los anticiclones... Esto se está viendo muy alterado por la problemática de la que hablamos y lo que antes eran patrones frecuentes ahora se están volviendo extraños, y viceversa. Por ejemplo, no es normal que este año un anticiclón se haya puesto encima de la Península durante 80 días sin moverse", dicta.

El escenario se ha repetido en Navidad, en cuyo caso lo frecuente empiezan a ser las inclusiones de tipo sahariano: "Es más que una realidad que la atmósfera está cada vez más caliente. Las anomalías climáticas se pueden dar, pero si hace 30 años hubiéramos tenido tres o cuatro grados por encima o debajo de lo normal, ahora tenemos seis o siete".

¿Todavía podemos rectificar?

Con una imagen poco esperanzadora, la pregunta a plantear es clara: ¿Estamos a tiempo de dar marcha atrás? Quizá sería demasiado alarmista decir algo así como que nos hemos quedado sin opción alguna de salvar el planeta, pero desde luego la situación no es nada halagüeña tres años después del compromiso -incumplido- del Acuerdo de París, cuando los principales líderes firmaron la meta de limitar el calentamiento global a un grado y medio. 

"Ese horizonte ya se está viendo que es bastante imposible de conseguir. El comportamiento con el que responde la atmósfera al efecto invernadero no es instantáneo, sino que se va a cumulando y reflejando con el paso de los años, por lo que lo en estos momentos presenciamos es consecuencia de lo que se ha emitido en las últimas décadas y lo que estamos llevando a cabo ahora se reflejará en dos o tres", aclara nuestro experto, asumiendo que no hay fórmulas mágicas o, al menos, repentinas. "Si ahora mismo la humanidad desapareciera, el calentamiento global no pararía en seco, sino que la tierra se seguiría calentando unas dos o tres décadas más y luego se estabilizaría". 

Con este último objetivo en el horizonte, añade que de lo que se habla de un tiempo a acá no es tanto de reparación como de "mitigación" de los daños: "Lo que sí está en la mano del hombre es actuar para que para entonces no se siga agravando lo que ya tenemos".

¿Volverá Filomena en 2023?

Otra de las preguntas que todo el mundo se hace es si volverá a darse una Filomena en 2023. La cuestión es imposible contestarla en estos momentos con una base científica, pues es "un suicidio" hacer predicciones a más de diez o quince días en el mundo de la meteorología, máxime ante casos tan concretos y extremos.

"Debido a las limitaciones que tenemos todavía hoy quienes estudiamos esto en cuanto a toma de datos y demás, pequeños errores pueden provocar un fallo en los cálculos que se va propagando a futuro", mantiene Paradinas, dejando siempre claro que el campo del que se ocupa es "complejo y caótico" en ocasiones.

Con todo, lo que sí existen son obviedades, y pese a que hay aspectos incapaces de prever, siempre se puede hablar de "probabilidades" más o menos claras. Atendiendo a ello, no niega que la posibilidad de una nevada de las dimensiones de Filomena es "ínfima"

"Por poder, puede haberla, igual que puede haberla en 2024, 2025, 2026, pero es muy, muy raro y muy improbable porque Madrid no es Ámsterdam o Nueva York y para que ocurra una situación así en España tienen que darse una serie de situaciones en cadena muy extrañas. Se tienen que 'alinear los planetas', comenta con una pequeña risa mientras recuerda que la última nevada así de histórica -antes de la de 2021- data de principios del siglo pasado y que el hecho último del que se tiene constancia no se supo hasta el día de Reyes: "Y aún así se trató con mucha delicadeza, porque es una situación tan inusual que ni los propios meteorólogos nos aventurábamos sobre ello".

Por otra parte, Paradinas sí habla de consenso entre las partes para referirse  a comportamientos radicales de aquí en adelante, aunque no lleven nombre propio, siendo éstos las cada vez más comunes olas de calor y de frío de forma precipitada en verano e invierno -respectivamente- o que en los lugares más secos las lluvias se presenten cada vez menores, pero de mayor torrencialidad. Lo contrario ocurrirá con los enclaves históricamente húmedos. En resumen, "se va a agravar la situación de zonas o muy húmedas o muy secas": "Ese sí que parece un horizonte claro". 

Los meteorólogos, muy "quemados" con las cabañuelas

A raíz de Filomena, las cabañuelas se hicieron nuevamente famosas gracias a Jorge Rey, un joven burgalés que, previsiblemente, predijo la llegada de la nevada. Sin embargo, este método "local" y que principalmente los pastores han llevado históricamente a cabo a partir de ciertos aspectos como la humedad de las rocas, queda desacreditado por meteorólogos y científicos. 

El protagonista de estas líneas también ha querido dejar patente su descontento con una acción que, lamenta, está dejada al azar y "agrava el estigma" sobre quienes dedican parte de su vida a estudiar la materia.

"Nadie con un mínimo de conocimiento de la meteorología se atrevería a decir qué va a pasar en más de 20 días. Como ya hemos explicado, sí hay formas de saber el patrón que puede haber en un mes vista, pero siempre en términos generales. Es decir, cuando alguien aventura que un día concreto van a caer 40 cm de nieve... En fin, es absurdo", cuenta entristecido a la par que sorprendido con quienes "dan bola" a algo tan "surrealista". "Además, en el caso concreto de este chico, nunca dejó nada escrito en ningún sitio antes, sino que fue después del temporal", apostilla.

Sobre la cuestión, Paradinas denuncia que esta persona cuente con una web "con tipología estatal" en la que se "emula el logo de la AEMET y el grafismo de los ministerios". No solamente él sino también compañeros de éste y otras asociaciones y organismos de estudio, muestran su repudia con las cabañuelas.

En la página se proponen cursos de pago sobre meteorología y aparece el nombre de miembros del PP, así como varias colaboraciones. "No sabemos si el hecho de que este chico ocupara noticias comenzó con un contacto de alguien o qué, pero en cualquier caso estas cosas hacen un flaco favor a la ciencia y provocan que cuando hay peligro de verdad nadie atienda a los avisos de los expertos", lamenta. 

"Y si encima se intenta sacar rédito económico con ello, apaga y vámonos", concluye a modo de cierre sobre unas líneas que se han convertido en un repaso muy especial del año 2022 para espacios que nunca hay que perder de vista -menos si cabe ahora- como son el clima en particular y la naturaleza en general.