Lo disparatado de la corrupción ha llegado a tal punto, que esta semana las grabaciones efectuadas por la Guardia Civil a Ignacio González y Luis Vicente Moro nos pone en bandeja un teman nada nuevo y que según parece estos dos políticos conocen bien, la prostitución en la historia.

Y es que este viejo oficio no solo tiene siglos de historia si no también implicaciones sorprendentes con la política, porque como dijo alguien una vez, al hombre solo se le manipula con dos cosas, el sexo y el dinero. Y el dinero es para el sexo...

Por eso no es de extrañar que alcanzado alguna cota de poder el primer objetivo que tengan los poderosos sea el sexo, el cual, por falta de otros méritos es logrado con dinero. Algo que lógicamente convierte a las prostitutas en parte clave de la corrupción política.

Tanto es así, que existe un término, la pornocracia, con el que se designa a un gobierno dirigido bajo las sombras por la notabilísima influencia de las prostitutas, alcanzando gobiernos tan aparentemente opuestos a la prostitución como el Vaticano, con ejemplos como Teodora, amante del papa Sergio III y gran influente en la política.

La pornocracia es un modelo de política corrupta en el que prima la influencia de las prostitutas de los dirigentes

No hablaremos por tanto de la historia genérica de la prostitución si no de la prostitución de alto copete, la que tiene que ver con dirigentes y mandatarios. Un tema del que tenemos derecho a saber ya que al fin y al cabo lo que hemos pagado entre todos.

Ya en el siglo XV en Castilla salió a relucir las visitas del rey Enrique IV a los prostíbulos de Segovia y la cuestión no fue baladí, pues ocurrió en un momento crucial de su reinado, al afirmar sus enemigos que era impotente y que la princesa heredera, doña Juana, era fruto de la infidelidad de la reina con el primer ministro Beltrán de la Cueva.

Con medio reino llamando Beltraneja a la princesa y el otro medio desesperado por no haberse inventado aún la prueba del ADN. Los partidarios del rey argumentaron en su defensa que el rey no era impotente y para ello plantearon escuchar el testimonio de las prostitutas segovianas ya que nadie mejor que ellas conocían al rey en la cama.

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Enrique IV, apodado el Impotente, fue uno de los muchos reyes españoles cuyos devaneos con la prostitución es harto conocido

Otro rey proclive a los burdeles fue Felipe IV cuyas andanzas ya fueron denunciadas por su antiguo profesor Galcerán Albanell quien se quejaba de las malas compañías que suponía para el joven rey el conde duque de Olivares, el cual respondía a esas acusaciones afirmando que la misión de un preceptor del rey era mostrarle todos los estratos de la sociedad, es decir que no es que se fueran de putas si no que estaban conociendo mundo.

El conde de Monterrey, cuñado de Olivares, también se vio salpicado por el asunto cuando se decía que la hermana del confesor que trabajaba en su casa conocía una pócima mágica con la que Olivares manipulaba al rey. Cuando la Inquisición tomó cartas en el asunto descubrió que aquella muchacha llamada María Álvarez, no solo no tenía ni idea de magia, sino que además pese a vivir con el capellán bajo el amparo de ser su hermana, nunca lo había sido y que por lo tanto más valiera pensar que también ella se dedicaba al meretricio.

En episodios claves de la historia de España nos encontramos también el protagonismo de las prostitutas quienes con su influjo en grandes personajes terminaron favoreciendo episodios tales como la independencia de las colonias. El mejor ejemplo es el de la mexicana María Ignacia Rodríguez cuyo oficio le permitía tener acceso ya no solo a la alcoba de los grandes dignatarios si no también oportunidad de leer documentos y convertirse en una verdadera espía. 

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María Ignacia Rodríguez quizá junto con la Bella Otero una de las prostitutas más influyentes en la política española

De esta manera la Güera Rodríguez como era también era conocida María Ignacia, logro enterarse de que cómo el rey Fernando VII alertaba al Virrey Apodaca de la difícil situación que atravesaba el virreinato y que por tanto sería clave la aparición de un hombre que desde el mundo militar pudiese encauzar los ánimos evitando así la independencia. Fue entonces cuando María Ignacia convenció a uno de sus amantes Agustín de Itubide para todo lo contrario cambiar de bando y consumar la independencia.
En vista de la fusión que a lo largo de la historia ha habido entre la prostitución y los políticos corruptos, uno podría pensar que técnicamente muchas de las medidas políticas creadas por los corruptos son también medidas hijas de puta.