Hoy, nueve años después, la Audiencia Nacional ha archivado definitivamente la causa abierta para investigar las supuestas irregularidades en la contratación del avión Yak-42. La sección cuarta de la sala de lo penal de este tribunal ha confirmado el archivo de la causa dictado el pasado 2 de febrero por el juez Fernando Grande-Marlaska, al rechazar los recursos de la asociación de familiares de los fallecidos en el siniestro, al que se había adherido la Fiscalía.

El 29 de abril de 2009, transcurridos seis años del trágico accidente, publiqué un artículo en este mismo diario digital titulado “El paraguas protector de Trillo” -que fue reproducido por la “Asociación de Familiares de Víctimas del Yak 42”- en el que con una credulidad rayana en el candor manifestaba lo siguiente: “Siempre que pienso en el trágico accidente del Yak-42 me viene a la mente la misma imagen. La de un gran paraguas que, portado por un disciplinado funcionario, intenta proteger de una lluvia apenas perceptible al ministro de Defensa, Federico Trillo [...] Máximos dirigentes de su partido político, serviciales militares y jueces afines se han ido relevando en portar este paraguas con la misma destreza, diligencia y eficacia que lo hizo el disciplinado funcionario en Turquía. No obstante, aquel suave sirimiri ha arreciado y los familiares de las víctimas, que habían sido ignorados, despreciados e, incluso, insultados con mentiras, engaños y manipulaciones, han transformado la llovizna en incontenible diluvio del que al señor Trillo le resultará cada vez más difícil guarecerse. Cabe esperar que cuando le llegue el agua al cuello se acuerde, por fin, de la memoria y dignidad de las víctimas, así como del sufrimiento de sus seres queridos y les dedique, al menos, una plegaria quien se vanagloria de ser un piadoso cofrade”.

El gran paraguas que ha continuado protegiendo a Trillo durante todo este tiempo ha podido, sin embargo, salvarlo del diluvio y hasta de la fuerte ventisca que amenazaba su pétrea figura. Su partido político le ha premiado con puestos de gran relevancia y él seguirá dándose golpes de pecho mientras vestido de nazareno sale en procesión por las calles de su ciudad natal, pero cuando se enfrente con su propia soledad las plegarias no atendidas de una viuda deberán resonar en su interior y escuchará el grito desesperado de su marido cuando presagiaba su fatal destino: “Reza por mí que este avión es una mierda”.

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas