Resulta, sin embargo, bastante contradictorio que el comportamiento de estas mismas fuerzas del orden -¡y de ahí la necesidad de dilucidar de que “orden” se trata!- es diametralmente opuesto ante otro tipo de manifestaciones a cuyos participantes no sólo no se les identifica ni investiga sino que se les protege cuando, paradójicamente, a estas últimas suelen acudir personas que sí representan un auténtico peligro para la colectividad y para el interés general.

Me refiero -aunque supongo que ya lo habrán adivinado- a las manifestaciones públicas que organizan los poderosos para celebrar determinados eventos de carácter privado, familiar y lúdico: los bodorrios de sus queridos vástagos. El más paradigmático, y que me figuro estará en la mente de todos, fue el de la hija del inefable José María Aznar.

Si las fuerzas del orden en lugar de desplegar todos sus efectivos para proteger a los allí convocados, se hubiesen dedicado -como hacen ahora en las manifestaciones de protesta- a identificar e investigar a los asistentes al vergonzoso evento de Estado ¡cuánto tiempo se hubiese ganado en el descubrimiento de comportamientos “presuntamente” delictivos o de la existencia de tramas “presuntamente” corruptas como la del Gürtel!

La última manifestación de este tipo ha tenido lugar el pasado sábado en la colegiata de Sar, en Santiago de Compostela. Alberto Ruiz-Gallardón Utrera, hijo del actual ministro de Justicia y nieto del que fuera ministro secretario general del Movimiento con Francisco Franco, José Utrera Molina, contrajo matrimonio con Maria Teresa Touriñan Morandeira registradora de la propiedad en Villalba e hija del exdirector de la Fundacion Caixa Galicia. Entre los invitados no faltaron políticos y empresarios, como Mariano Rajoy, Fernández Tapias, Alfonso Cortina, Florentino Pérez, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella y el presidente de El Corte Inglés, Isidoro Álvarez.

Me extrañó la asistencia de este último empresario cuya vida social es parecida a la que despliega un anacoreta pero -¡Oh! casualidad- que hoy leo el siguiente titular en la prensa: “Botella deja a El Corte Inglés ampliar sus mejores centros [en Madrid] a cambio de suelo en Vicálvaro”. El desarrollo de la noticia permite conocer que el ventajoso acuerdo entre esta empresa y el Ayuntamiento se gestó en 2009, con el anterior equipo de Gobierno que encabezaba el actual ministro de Justicia y, por último, que la luz verde al proyecto urbanístico se produjo en un Consejo de Gobierno presidido por Ana Botella y celebrado el 27 de junio, pese a los votos en contra de toda la oposición. En fin, operación legal y cumpliendo escrupulosamente con todos los procedimientos administrativos.

Pero volviendo a la boda del nieto de ex ministro secretario general del Movimiento, cuyos protagonistas e invitados estuvieron permanentemente protegidos por las fuerzas del orden, hubo una nota discordante. La que protagonizaron unos desgraciados -unos engañados por las “preferentes” que han perdido en muchos casos los ahorros de toda su vida- que tuvieron el descaro de manifestar su descontento contra Rajoy y compañía. Gracias a dios -decían los asistentes al bodorrio- que la policía los ha identificado y podrán tomarse las correspondientes medidas disciplinarias y, en su caso, penales contra estos desalmados. ¡El “orden” quedó restablecido ... como dios manda!

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas