Pasan los meses, y cada vez se les hace más difícil explicar que los mercados no confíen en las reformas (o sea, los recortes) de Rajoy y que la prima de riesgo no solo haya alcanzado los 500 puntos, sino superado ampliamente los 600 y los intereses de la deuda soberana estén disparados y disparatados (ese 7% que todos los expertos califican de insoportable).
Solo siete meses de gobierno y ya van apareciendo en público voces afines, que hasta ahora se mantenían en privado, quejándose de lo que el gobierno hace y dice: olvidarse de su programa electoral y tomar medidas en contra de sus principios (subir impuestos, por ejemplo). Voces del propio Partido Popular que van pidiendo que Rajoy se marche y en su lugar se ponga Pizarro, Aguirre o incluso el mismísimo Aznar.
La mayoría absoluta que Rajoy obtuvo en noviembre pasado –que se está comportando como mayoría soberbia- no le está sirviendo ni para hacer salir a España de la crisis ni para que le quieran los suyos.
Mariano Rajoy heredó, sin duda, los votos de muchos ciudadanos descontentos, pero sobre todo heredó los votos que a regañadientes le dieron muchos militantes y simpatizantes del Partido Popular que nunca creyeron en él. Ésa es la peor herencia que ha recibido y que los suyos le van a hacer pagar en cuanto puedan.