La segunda sensación es el éxito de la democracia, el éxito de un firme propósito para vencer. El crimen no podía triunfar. La única salida es que el Estado de Derecho se imponga a la barbarie. No puede ser otro el camino. De lo contrario, ni habría democracia, ni habría Estado de Derecho.

Pero junto a un éxito como este, hay indefectiblemente un fracaso. Es el estrepitoso fracaso del crimen, del terrorismo, de la violencia. Los terroristas han fracasado. Más de cincuenta años asesinando, “para conseguir unos objetivos”. Y no han conseguido ni uno. Más de cincuenta años para darse cuenta de que habían equivocado el camino. Tarde, con mucho dolor, pero más vale tarde que nunca.

Una vez pasado, solo queda agradecer a todos los que han participado en esta lucha.
A todos los gobiernos, a todos los ministros del Interior, a todas las Fuerzas de Seguridad, a todos los que han dado su vida por la causa, a todos los países que han colaborado, a toda la sociedad. Con este agradecimiento, desear que no se vuelva a repetir. Y para terminar me van a permitir otro deseo: que nadie vuelva a caer en la tentación de utilizar la lucha antiterrorista para intereses partidistas, poniendo palos en las ruedas. Es una pequeña mancha que tiene esta historia.

Julio García-Casarrubios Sainz
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