De repente, ciertos países arrodillados ante sus dictadores, despertaron. Siria, Egipto, Libia se dejaron los muertos por las esquinas para conquistar la dignidad pisoteada, la libertad secuestrada, la decisión personal y colectiva arrinconada. Y nosotros, los del estado de derecho, descubrimos de repente la esclavitud a la que estaban sometidos, despreciamos a los antiguos dictadores amigos y caímos en la cuenta de que era necesaria una revolución que devolviera a cada uno sus derechos. No debían seguir siendo esclavos cuando la grandeza humana exige ser ciudadanos. Tiramos de experiencia y nos expusimos como modelo a seguir.
¿Qué vivencia democrática queremos que adquieran? Si deseamos que adopten nuestras coordenadas de voto-urna-elección cada cuatro años, creo que los estamos encerrando en unas cuadrículas que deben estar superadas. Ser demócrata es sentirse activamente implicado en la historia de la ciudadanía en que ejercemos nuestras vivencias. Ser demócrata es empeñarse en ser responsable de la marcha de nuestro país. Abandonar en manos de los elegidos la construcción de una nación puede ser cómodo, pero no es democrático. Tampoco lo es si los gobernantes se apropian de su papel de dirigentes únicos subestimando la acción permanente del pueblo.
El movimiento 15-M nos está exigiendo una apertura cerebral que haga de la democracia, no un monopolio gubernamental que “otorga” derechos a la ciudadanía, sino que escucha continuamente la iniciativa de un pueblo vivo, la asume porque es quien realmente traza el futuro y orienta activamente a los gobiernos el recorrido histórico que debe transitar. Los gobiernos reciben el poder del pueblo, único depositario de su destino, de su quehacer en la vida, de su realización como entidad en el mundo.
Nos alegra que todos los pueblos sometidos se sacudan el yugo de dictaduras crueles. Pero no debemos transmitirle nuestra raquítica visión de la democracia, porque no dejará de ser otro tipo de dictadura más elegante, adornada con urnas de caoba y cristal de svaroschi, soportando un peso envuelto en celofán para regalo.