La historia no solo ha servido para conocer el pasado, también se ha utilizado para justificar infinidad de ideas en base a su antigüedad. Así lo vimos cuando hablamos de las noticias falsas en la historia de España o nobles igualmente embusteros, pero si alguien se lleva la palma es la monarquía, cuyos orígenes se trataron de remontar a tiempos antediluvianos.

Siendo sinceros no solo los monárquicos, también ciertos historiadores, fueron responsables de esta fábula regia y la razón es sencilla: Es más comprensible un mundo parecido al nuestro pero con miles de años de antigüedad, que romperse la cabeza con un pasado más complejo y diferente que los prejuicios.

Algunos reyes de España tienen menos credibilidad que los reyes de la baraja

Algunos reyes de España tienen menos credibilidad que los reyes de la baraja.

Por eso, si España, Hispania y por ende toda la Península Ibérica se hubiese regido por un solo monarca valeroso, honrado y heroico todo sería más asumible.
¿Pero existían reyes o monarquías hace milenios? Quizá si, de hecho los cronistas romanos como Tito Livio utilizaron términos como “princeps” para referirse al líder celtíbero Alucio, o “dinastés” por parte de Polivio para hablar del caudillo Edecón.

Ahora bien ¿qué dominio territorial tuvieron? Seguramente minúsculo en proporción a lo que hoy entendemos como un rey de España, entre otras cosas porque ni siquiera España existía como tal.

Alucio representado por José Camarón y Meliá

El ¿rey? Alucio representado por José Camarón y Meliá.

Será desde tiempos medievales, cuando las monarquías peninsulares cogen fuerza, cuando se empieza a buscar un pasado mítico a la corona, con historiadores como Rodrigo Jiménez de Rada o el mismo Alfonso X el Sabio, que empiezan a dar por cierta la teoría del tubalismo.

Resumiendo mucho, el historiador Flavio Josefo dejó apuntado en sus Antiguedades Judías, que tras el diluvio universal un nieto de Noé llamado Túbal: “Fundó a los tubelos, los que ahora se llaman iberos”.

Como grandes patriarcas de la iglesia, como san Jerónimo o san Isidoro de Sevilla, admitieron que esos iberos eran de Hispania pues todos felices:Túbal acababa de fundar la primera dinastía hispánica.

El único inconveniente (más allá de la existencia de Túbal) es que Flavio Josefo se refería a los iberos de la actual Georgia, con lo cual siendo serios todo se derrumba.

Una mala interpretación de las palabras de Flavio Josefo generó todo un linaje mítico

Una mala interpretación de las palabras de Flavio Josefo generó todo un linaje mítico.

Pero como durante siglos no se buscó el rigor sino la gloria, los sucesivos historiadores fueron engarzando a este linaje todo un sinfín de monarcas inventados. Sin ir más lejos, Antonio de Nebrija, no solo admitió la llegada de Túbal sino que precisó el momento exacto en el que arribó a nuestras costas: el año 2170 antes de Cristo.

La vorágine que supuso fiebre monárquica hizo que historiadores como Esteban de Garibay tachasen a los visigodos de advenedizos y falsos españoles en estos términos:
“Pelayo no era godo, ni a los reyes de España resultaba ninguna gloria por descender de los godos, pues evidentemente era más noble y clara generación la de los mesmos españoles, descendientes de Túbal, progenitor de los verdaderos españoles, que la de los godos extranjeros, poco había tenidos por bárbaros, que andaban peregrinando por el mundo”

Historiadores más concienzudos como el padre Juan de Mariana y otros más crédulos como Florián de Ocampo aceptaron libros que hoy sabemos falsos como el pseudo Beroso, una aparente historia de España escrita en el siglo III por un sacerdote caldeo llamado Beroso, pero que en realidad fue un invento del fraile dominico italiano Giovanni Nanni.

Así se presentaba a Túbal en un grabado del siglo XIX


Imagen 4. Así se presentaba a Túbal en un grabado del siglo XIX: “A Túbal le debe España el nombre y ser nación según pública opinión”

De esta manera, una larga lista de reyes falsos sirvieron para calzar todos aquellos momentos históricos que cojeaban. ¿Que no queda claro de donde viene el término Hispania? No hay problema, todo se debió a un ilustre monarca llamado Hispán, ¿Y aquellos topónimos que acaban en -briga como Augustóbriga, o Segóbriga? Igualmente sencillo, fueron ciudades fundadas por el inigualable rey Brigo. Así podríamos seguir con los reyes Beto, Íbero y Tago que dieron nombres a los ríos Guadalquivir, Ebro y Tajo o Luso en cuyo honor apareció la Lusitania.

Y por si esto fuera poco también hubo célebres reinas en este sin fin de monarquías falsas, el ejemplo más evidente es la reina Lupa, un personaje clave en la historia (no menos mítica) del apóstol Santiago.

En documentos como el Códice Calixtinus o los documentos relativos provenientes Fleury-sur-Loire y Saint-Pierre-de-Gembloux, nos hablan de una reina pagana de los territorios gallegos que, pese a intentar hacer la puñeta a Santiago y sus discípulos en un primer momento, se termina congraciando e incluso bautizándose.

Ahora bien, si el relato jacobeo es difícilmente aceptable en términos históricos, menos creíble aún resulta la reina Lupa, más aún cuando por aquellas fechas con la Gallaecia romanizada una hipotética reina utilizase el nombre de Lupa sabiendo lo que este término significa en latín.

La reina Lupa pintada por Martín Bernat

La reina Lupa pintada por Martín Bernat (Fuente: Museo del Prado).