Por ser hoy 2 de febrero, conmemoramos la muerte de Ana de Mendoza y de la Cerda, más conocida como la princesa de Éboli.

Esta alcarreña de pura cepa fue, quizá, el mejor y más conocido ejemplo de mujeres políticas en el Siglo de Oro. Políticas que actuaron desde las sombras pero que al fin lograron hacerse con las riendas del gobierno.

Que hubo mujeres políticas no es ningún secreto, el caso de Isabel la Católica es más que evidente, pues mostró una auténtica avidez por el gobierno desde adolescente. Otros casos menos conocidos son los que trataremos hoy, como el de su más cercana consejera Beatriz de Bobadilla.

Aunque once años mayor que la reina Beatriz de Bobadilla se convirtió en una gran influente amiga de Isabel la Católica.

Aunque once años mayor que la reina Beatriz de Bobadilla se convirtió en una gran influente amiga de Isabel la Católica.

La que terminó siendo marquesa de Moya fue tan relevante en la política castellana que se decía entonces: “después de la reina en Castilla, la Bobadilla”. Y no era para menos, en 1475 junto con su esposo Andrés Cabrera supo hacer frente a una revuelta ocurrida en el alcázar de Segovia y poco tiempo después durante la guerra de Granada supo zafarse de un intento de asesinato al ser, supuestamente, confundida con la reina.

A quien conoció bien la Bobadilla fue a la hija pequeña de los Reyes Católicos. Catalina de Aragón, esta infanta de España y reina de Inglaterra, fue famosa por las trifulcas que le montó su esposo Enrique VIII y del que se defendió ella misma formándose en derecho y legislación internacional. Pero además de sus dotes diplomáticas Catalina destacó por ser una excelente militar y así lo demostró en la batalla de Foldden Field, donde con 28 años comandó las tropas inglesas, logrando una aplastante victoria frente a los ingleses.

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A nivel político sin duda Catalina fue la mejor esposa de Enrique VIII ninguna de sus posteriores amantes estuvo tan preparada ni ejerció tan bien el mando.

Pero la política no solo son guerras e intrigas palatinas, también es buena gestión y si se trata de buscar buenos economistas en el Siglo de Oro tenemos que hablar de Mencía de Mendoza y Figueroa, la esposa del condestable de Castilla, Pedro Fernández de Velasco.

Este título nobiliario aparejaba infinidad de obligaciones que ausentaban a don Pedro de sus dominios burgaleses propiciando entonces que aquellos vastos territorios fuesen dirigidos por su esposa doña Mencía, la cual supo organizarlos de tal modo que logró un súper habit de la época, fruto de lo cual es la capilla del Condestable, en la catedral burgalesa, en cuya acta fundacional, como no podía ser de otra manera, aparece tanto él como ella.

Del mismo clan que doña Mencía era la ya citada princesa de Éboli cuyo gusto por la política le supuso fatales consecuencias.

Casada con Rui Gómez de Silva, hombre de confianza de Felipe II, la princesa de Éboli estuvo siempre muy cerca de las altas esferas del poder. Al enviudar siguió implicada en el gobierno hasta tal punto que acabó salpicada en las conjuras de Antonio Pérez, uno de los secretarios más polémicos del momento.

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No se puede negar que la princesa de Éboli fue una noble intrigante, pero como lo fueron todos los políticos de su tiempo.

Doña Ana de Mendoza, acabó condenada al destierro en su villa de Pastrana y no consiguió librarse del castigo que la historia guarda a las mujeres ambiciosas: Transformar todas sus cualidades políticas en méritos de alcoba. En este caso se especuló con que pudiera ser amante del rey Felipe II y mil habladurías más. Como si sus tácticas y conocimientos sobre la política internacional no fueran suficientes como para ganarse los respetos e interés del rey.

Y así podríamos seguir con la biznieta de la princesa de Éboli, Luisa de Guzmán y Sandoval, la cual, logró pasar de ser un miembro más de la poderosa familia de los Medina Sidonia a ser directamente reina de Portugal. Pero ojo, conspirando contra el rey Felipe IV para lograr la independencia del territorio luso en 1640. Más les gustaría por tanto, a muchos de nuestros políticos actuales, conseguir lo que muchas mujeres del Siglo de Oro lograron tras luchar contraviento y marea teniendo que valerse de un ingenio y audacia desmedidos.

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Luisa de Guzmán una pieza clave en la independencia de Portugal