Ayer día 15 se cumplió una fecha histórica, el 189º aniversario del fin definitivo de la Inquisición. Conocer los entresijos de este funesto tribunal nos es hoy día de gran utilidad, más aún sabiendo que su modus operandi se repite a lo largo de la historia. La manipulación, el miedo y la mentira como fin para lograr beneficios económicos y, lo que es más importante aún, acabar con el espíritu crítico de la población.

Goya reconoce haber visto escenas como estas de Orosia Moreno

Goya reconoce haber visto escenas como estas de Orosia Moreno, una mujer ciega condenada tras haber sido abusada sexualmente por sus directores espirituales

En otros momentos históricos vemos cómo esa dinámica se repite, valga  recordar las depuraciones de los maestros republicanos durante el franquismo y los procesos a judeoconversos. Por eso hoy nos centramos en un artista por todos conocido y a quien la Inquisición siguió muy de cerca.

Hace meses, hablando de la censura mencionamos cómo Goya tuvo que rendir cuentas a propósito de la maja desnuda, pero esta historia nos remonta unos años atrás en la vida del artista aragonés, en concreto a 1799 cuando puso a la venta Los Caprichos.

Gracias a los intelectuales de la época, como Antoni Puigblanch (autor de La Inquisición sin máscara) sabemos que en concreto dos grabados de esta serie, los números 23 y 24, eran una crítica directa a la Inquisición.

Aquellos polbos y No hubo remedio fueron las dos obras de Goya que más escamaron a la Inquisición, pero no las únicas

Aquellos polbos y No hubo remedio fueron las dos obras de Goya que más escamaron a la Inquisición, pero no las únicas

La precipitada retirada de la venta de Los Caprichos coincide en fechas con una de las caídas en desgracia de Godoy, y por lo tanto, es fácil imaginar que Goya debió sentirse vulnerable ante el Santo Oficio sin la protección del poderoso ministro.

Esta maniobra se culminó cuando en 1803 Goya donó las planchas de estos grabados a la Calcografía Nacional como un regalo al rey, de esta manera impedía que la Inquisición las reclamase o destruyese para siempre.

Curiosamente las minuciosas investigaciones del historiador José María Lanzarote Guiral  han descubierto una carta fechada en 1804 en la que el tribunal inquisitorial de Toledo ya estaba escribiendo al de Madrid para que diesen cuenta de ese incómodo libro de grabados llamado Los Caprichos.

Quién sabe si, tal vez por su amistad con el arzobispo de Toledo, Luis María de Borbón, Goya pudo escapar de las garras inquisitoriales

Quién sabe si, tal vez por su amistad con el arzobispo de Toledo, Luis María de Borbón, Goya pudo escapar de las garras inquisitoriales

Aun así, otras obras más íntimas y menos conocidas que Los Caprichos demuestran que Goya conocía perfectamente a la Inquisición plasmando en sus obras condenas muy concretas. El ejemplo más notable es el llamado cuaderno C.

Este recopilatorio de dibujos está fechado entre 1814 y 1823, es decir, que abarca los tres años del trienio liberal donde de nuevo se abolió la Inquisición permitiendo que Goya diese rienda suelta a sus denuncias mencionando casos extraordinariamente concretos.

En el dibujo n.º 87 titulado: Le pusieron mordaza porque hablaba es una representación de Orosia Moreno procesada en Zaragoza en 1760, cuando Goya tenía 14 años, algo que encaja con lo que pone en el sambenito de la procesada “yo la bi”. Ese mismo texto dice “y le dieron palos en la cara” cosa que aumenta el dramatismo al saber que Orosia era una joven ciega y con problemas mentales de la que abusaron sexualmente dos de sus directores espirituales.

El n.º 93 Por no tener piernas también reconoce Goya “Yo lo conoci á este baldado” y que su principal delito fue pedir limosna. Lo que no queda duda es que como así demuestran otros procesos la Inquisición no se anduvo con remilgos con ningún procesado.

Con el n.º 100 nos encontramos con No comas célebre Torrigiano, una clara alusión a otro personaje real, Pietro Torrigiano. Este escultor renacentista era de sobra conocido por Goya ya que en sus varios viajes a Sevilla al pintor aragonés le impresionó la escultura de San Jerónimo que de Torrigiano se conserva en la capital hispalense. Más aún, cuando según en biógrafo más famoso de los artistas renacentistas, Giorgio Vasari, Torrigiano murió en Sevilla por inanición en las cárceles de la Inquisición.

Artistas como el escultor Pietro Torrigiano también fueron asesinados por la Inquisición

Artistas como el escultor Pietro Torrigiano también fueron asesinados por la Inquisición

Pero no solo los más débiles de la sociedad, las mujeres o los artistas fueron condenados porl a Inquisición, con el n.º 109 encontramos: Zapata, tu gloria sera eterna, nuevamente una referencia a un procesado real, Diego Mateo Zapata, uno de los grandes científicos del siglo XVIII.

Sus avances en medicina apostando por un sistema racional dejando atrás métodos aristotélicos no gustó nada a la Inquisición, que valiéndose de la ascendencia judía del doctor Zapata no cesaron hasta condenarle en 1721 a 200 azotes y diez años de destierro.

Un catálogo este de Goya que de nuevo nos demuestra como funciona el fanatismo y sus indisolubles socios, el odio, la ignorancia y la codicia.