Es frecuente criticar la fiesta de Halloween por su carácter macabro. El protagonismo de la muerte en estos días se ve adornado con todo tipo de parafernalia grotesca de vísceras, sangres y osamentas… No obstante esa misma casquería ha estado tan presente en nuestra historia que casi ha pasado inadvertida.
Evidentemente, nosotros estamos condicionados por el momento que nos ha tocado vivir y por esa manía del presentismo (sobre todo los más jóvenes) tendemos a juzgar con nuestra óptica actual los hechos del pasado.

Con total cotidianeidad se describía en el Madrid de 1596 las muertes de los trapecistas: “o caen desde la cuerda haciéndose pedazos, o mientras vuelan, vienen a parar en la dureza de alguna pared donde dejan sembrados los sesos”.

Los niños del 2020 se asombran al saber que no hace tantos años los maestros fumaban en el aula, o que los niños que fallecían sin bautizar eran enterrados fuera de los cementerios. Estos dos sencillos ejemplos nos demuestran cómo lo que hoy es una barbaridad, en el pasado era algo cotidiano. Y en el ámbito de lo macabro la historia de España es un buen ejemplo.

Ejecuciones públicas:


Infinidad de países han tenido e incluso tienen hoy día permitida la pena de muerte. Una medida que más allá de lo jurídico hace siglos rozaba lo festivo. El carácter público le daba un halo de espectáculo, con normas y rituales prolongadísimos, desde qué tipo de animal era en el que se había de desplazar al reo de la cárcel al patíbulo (asnos, mulas o caballos), hasta el lugar que había de llevarse a cabo (preferentemente el más público, plazas mayores, plazas de mercados, entradas de ciudades…).
Además por su carácter ejemplarizante se recurría al ensañamiento del cadáver para disuadir futuras fechorías pero también para dar rienda suelta a la crueldad del populacho, en este sentido destaca el caso de Antonio de Acuña, un sacerdote descuartizado y colgados sus restos en las almenas del castillo de Simancas (Valladolid) y el de Rafael Riego ejecutado en la plaza de la Cebada (Madrid) y cuya cabeza decapitada fue pataleada por la concurrencia.

Los restos humanos encontrados en Valencia revelan que en la guerra de Pompeyo contra Sertorio se cortó brazos y piernas a la población para posteriormente ser empalados. (Fuentes: http://quartdepoblethistoria.blogspot.com/ y http://historiayromaantigua.blogspot.com/)


Asesinatos reales

El omnímodo poder de los reyes también les hizo coquetear con la muerte tanto en Castilla como en Aragón, y no nos referimos a firmar sentencias de muerte con un juicio y la posibilidad de defenderse, no, hablamos de viles asesinatos a traición y abusando claramente de su poder.
El primer ejemplo sería el asesinato de Céntulo, cuñado del conde de Aragón, García Galíndez. La tradición dice que bromeando Céntulo encerró al conde en un granero la noche de San Juan. Airado por la broma García lo asesinó para luego repudiar a su hermana con la que estaba casado, pasando desde entonces a la historia como “García el malo”.
En Castilla pasó otro tanto de lo mismo con el rey Alfonso XI, quien no dudó en asesinar a su mentor Juan de Haro en la ciudad zamorana de Toro. El monarca consideró que su tutor interfería en sus planes políticos, además el abultado patrimonio que este noble estaba acumulando le podría venir muy bien para comprar el favor de otros nobles.
Dicho y hecho, tal día como hoy, 1 de noviembre pero de 1326, el rey convidó a Juan de Haro a una cena en la que terminó asesinado a manos de Álvar Núñez de Osorio. Ya puestos también se asesinó a dos nobles leoneses que le acompañaban y que ninguna culpa tenían. En resumen, una verdadera carnicería solo para satisfacer al rey.

También los reyes nazaríes fueron aficionados a las masacres tal como representa Fortuny en este cuadro “la matanza de los Abencerrajes” (Fuente:https://www.museunacional.cat/)


Santos macabros

Si en las redes sociales, el cine, y demás lugares de nuestra sociedad se condenan las imágenes violentas sería mejor no pasar ese mismo filtro por las iglesias y museos. Desde la mitología clásica hasta el cristianismo pinacotecas y templos se han llenado de escenas donde se exalta lo macabro. Cuadros como el banquete de Tereo que horrorizado ve cómo su mujer Filomela le ha dado de comer el cadáver de su propio hijo como venganza por haber violado a su hermana. O las peliagudas representaciones caníbales de Saturno (tanto en Rubens como en Goya) devorando a su progenie.
Igualmente los martirios son el precedente de la violencia gráfica extrema con estampas como el martirio de san Zoilo (al que le arrancaron los riñones en vida) o santa Águeda y otras tantas mujeres a las que les fueron amputados los pechos. Son representaciones tan macabras y casi me atrevería a decir que perversas que hacen pensar en aquellos versos que Machado dedicó al crucificado diciendo: “No puedo cantar, ni quiero, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en el mar!”
En resumen, que si nos ofendemos por lo macabro que puede ser Halloween tendríamos que ofendernos por infinitas cosas si echásemos la vista atrás.

Detalle del martirio de santa Centola y santa Elena y martirio de san Zoilo, (Fuente:www.notascordobesas.com)