La detención de Eduardo Zaplana supone el primer zarpazo real de la Justicia a una persona a la que el instinto político permitió desarrollar una imparable carrera a lo largo de 17 años, que inició como alcalde de Benidorm y culminó como ministro y portavoz del PP hace una década, cuando se retiró a la empresa privada bajo la sombra de la sospecha sobre su gestión pública.

Lo cierto es que hace muchos años que los modos de proceder del exministro del Partido Popular generaban más que recelo. Su alto nivel de vida siempre llamó la atención a sus compañeros de profesión. Su gestión de lo público también fue cuestionada por muchos medios de comunicación. Sin embargo, muy pocos hablaron de las sombras en la gestión del político valenciano.

Y es que aunque este martes Zaplana acabó siendo detenido por blanqueo de capitales, malversación y prevaricación, el exministro de José María Aznar ya era noticia a comienzos de los años 2000 por el (mal) uso que hacía del dinero público.

Los turrones a periodistas
Uno de los ejemplo más escandalosos guarda relación con su etapa en el Ministerio de Trabajo. Entonces, Eduardo Zaplana decidió gastarse 55.000 euros en turrones. El exdirigente del PP enviaba este manjar en acicaladas cajitas de madera a decenas de periodistas. Exquisitos dulces de la marca Picó que en total superaban las cuatro toneladas.

Derroche de dinero público que avergonzó al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. De hecho, en 2004, cuando José Caldera sustituyó a Zaplana al frente del ministerio, el socialista rehusó pagar tres facturas de turrón. El impago se produjo porque el nuevo equipo ministerial no encontró los certificados que justificaran ese gasto ni logró que nadie lo validara en los meses siguientes.

Catorce años después de aquel derroche de dinero público en dulces, el Partido Popular, que en su día le justificó y defendió con ahínco al exalcalde de Benidorm (gracias a una tránsfuga que le dio su voto en 1994), intenta ahora desligarse de sus prácticas políticas.