El hastío provocado por los desplantes de Yolanda Díaz a Podemos comienzan a escamar a la formación morada. Lo que comenzaron como discrepancias puntuales propias de una dirigente que aspira a comandar una plataforma que trascienda las siglas han tornado en habituales afrentas que turban los ánimos. La última acaeció este miércoles cuando la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo apoyó a Pedro Sánchez tras anunciar el envío de armamento militar ofensivo a Ucrania pese a que Ione Belarra y Pablo Echenique afearon la iniciativa.

El presidente del Gobierno anunció durante su intervención en el pleno del Congreso que rectificaba su postura inicial de únicamente enviar material defensivo y prestar ayuda humanitaria a la resistencia ucraniana. A rebufo de casi una veintena de países de la Unión Europea, España optó finalmente por enviar armas: 1.370 lanzagranadas contracarro y 700.000 cartuchos de fusiles y ametralladoras, además de ametralladoras ligeras. El cambio de parecer disgustó a Podemos, puesto que la primera posición estaba consensuada, no así la segunda. De hecho, los ministros morados y el Grupo Parlamentario evitaron aplaudir el anuncio. Díaz sí participó de la ovación cerrada.

La ministra de Asuntos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, manifestó su disconformidad con el envío de material ofensivo al contingente ucraniano. Preguntada al respecto en los pasillos del Congreso, calificó la medida de “poco eficaz” y prevé que ahonde en la “escalada bélica”, dando lugar a un “escenario peligroso”. En la misma tónica se movió Echenique, quien desde la tribuna de oradores le reprochó directamente al presidente que estaba cometiendo un “error”.

Pese a que la postura de Unidas Podemos estaba clara, Díaz se desentendió de la misma. Aseguró que Sánchez contaba con “todo el apoyo”, esgrimiendo que era una “decisión seria” que a nadie le hubiera gustado tomar, pero “hay millones de vidas en juego”.

“No entendemos”

Sectores de la formación morada ya advertían malestar por el cambio de criterio de Sánchez, aunque no les pilló por sorpresa. Tampoco gustó que Díaz le respaldara. Fuentes del grupo parlamentario consultadas admiten que observan con incredulidad cómo la ministra de Trabajo aprovecha las oportunidades para marcar perfil propio: “No lo entendemos”.

En este sentido, recuerdan que no es la primera afrenta, y se aventuran a augurar que no será la última. A mediados de febrero el Ejecutivo de coalición se volvió a fracturar con motivo de una propuesta de reforma fiscal que presentó Podemos. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, censuró que no era el momento más adecuado para presentarla porque el Gobierno está esperando las conclusiones de un grupo de expertos: “Es inoportuna. No es conveniente discutir en paralelo u otras iniciativas que no partan del encargo que el propio Gobierno, con las formaciones políticas que lo componen, ha hecho a un grupo de personas que merecen absolutamente todo el respeto", dijo Montero. Díaz, que encabeza la acción morada en Moncloa, no solo no la rebatió sino que también afeó a Podemos su actitud: “Soy vicepresidenta y quedo a expensas del informe. Las organizaciones políticas tenemos posición, pero no se debe confundir el Gobierno de España con la legítima actuación” de los partidos”.

Sin rencores

No obstante, estas mismas fuentes recalcan que las discrepancias no afectan al espacio confederal en absoluto y las diferencias no implican fracturas graves. Han restado trascendencia a lo ocurrido, apuntando que en cuestiones complejas es difícil coincidir punto por punto, por lo que afloran matices. Con todo, seguirán atentos los pasos de Díaz, que en primavera arrancará su particular “proceso de escucha” y Podemos vela por que su partido cope la centralidad de la plataforma, algo que la ministra de Trabajo aún no ha aclarado.