Una semana después de que Isabel Díaz Ayuso consiguiera sacar adelante su investidura aunando los votos de Ciudadanos y Vox a los del Partido Popular, Ignacio Aguado y su núcleo duro en Madrid empiezan a marcar distancias con sus socios de gobierno dejando atrás el anhelo defendido de no fracturar en dos marcas un único Ejecutivo. Lo han hecho a través e un vídeo donde presentan al ‘Equipo Aguado’, conformado por el líder madrileño y los consejeros elegidos sin necesidad de consenso con sus homólogos azules.

Este lunes por la noche la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, presentó a todo su equipo, del que dijo sentirse muy orgullosa y saber de forma meridiana que eran los mejores nombres para hacer hacerse cargo de Madrid. 13 consejeros, siete del PP y seis de Ciudadanos (incluyendo la vicepresidencia de Ignacio Aguado), que se repartieron el gran bastión de la derecha después de que las conversaciones con los ultras llegasen a buen puerto y sus dogmas quedaran plasmados en la hoja de ruta común.

Desde el primer momento se notó cierto distanciamiento entre aquellos representantes de signo contrario que debían defender las bondades de la unión. Los de Albert Rivera fueron los primeros en mover ficha, nombrando a Ángel Garrido (tránsfuga popular) consejero de Transportes​; Ayuso no dudó en poner en cuestión que fuera la persona idónea para asumir la responsabilidad. Un día después, se le concedieron las competencias de Políticas Sociales a Alberto Reyero, mientras que Ayuso, sin querer hacer daño, se limitó a afirmar ante los micros de EsRadio -donde se encontraba realizando una entrevista- que se acababa de enterar.

Presidenta, consejeros y asesores. Un gran número de trabajadores para una Administración que, pese a los ímprobos esfuerzos por negarlo, está partida por la desconfianza recíproca y la voluntad de sobresalir por encima del compañero de viaje.

“A partir de este momento, ya hemos formado un equipo. Un equipo único. Porque nada de lo que suceda en una Consejería será ajeno a otra. Porque, por encima de nuestros nombres y nuestras siglas, están los ciudadanos de Madrid, que esperan de nosotros soluciones a sus problemas”, dijo la presidenta. Argumentario seguido a pies juntillas por su homólogo naranja: “Trabajaremos todos pensando únicamente en los madrileños, que es por lo que nos han elegido, y ojalá en 2023 las cosas vayan mejor que en 2019”.

La sintonía es forzada por la necesidad y obligatoriedad de entenderse. Hay un acuerdo común y la voluntad de frenar a la izquierda primó por encima de todo precepto, incluso de los valores propios a la hora de escuchar a la extrema derecha. Pero, al menos de momento, las animadversiones siguen dando paso a un recelo sinuoso de movimientos no compenetrados que ahondan, aún más, en la desconfianza.