Salvador Sostres ha visto la última temporada de House Of Cards, pese a que dudó sobre si hacerlo o no “a modo de protesta”. Todo porque la serie decidió apartar a Kevin Spacey tras las acusaciones que se vertieron hacia el actor en el marco de abusos sexuales años atrás. Algo que ha dejado muy tocado al que hasta hace escasos días interpretaba al despiadado Frank Underwood en el thriller político americano.

A tenor de esto, Sostres ha mostrado su opinión sobre los vetos, sobre todo si vienen dados por algo que no ha sido juzgado por ningún magistrado o tribunal. El periodista considera que “son los jueces y no la turba” los que deben fijar qué es delito y qué castigo merece. Sostiene que los linchamientos “son la gangrena de la libertad, la tiranía de las sociedades modernas”.

Sostres se ha mostrado como férreo defensor del talento al precio que sea, porque esta virtud es el “arma preferida de Dios para asegurarnos el progreso”. Eso sí, el periodista apostilla que no lo dice como un alegato en favor de Kevin Spacey, sino de la “Humanidad”, porque necesita de los genios “para avanzar”. “No podemos borrar el talento”, arguye el columnista en la contraportada del diario ABC.

El deseo de Sostres

Considera que este acto se corresponde con no menos que una “herejía” o incluso un “sacrilegio”. Además, señala que es inútil haberlo “borrado” de la ficción, pues considera que todo en la última entrega de House Of Cards gira en torno al personaje que interpretaba, como lo hacen “los juegos sexuales entre las androfóbicas”, que afirma que todos ellos desembocan en la “virilidad fundamental y redentora”.

“Me gustaría que Harvey Weinstein produjera una película dirigida por Woody Allen y protagonizada por Kevin Spacey en la boyante América de Trump”, sostiene sin dudar el conservador columnista de ABC. Eso sí, destaca que no lo hace por “banalizar los abusos sexuales”, sino porque aún no han sido juzgados por las instituciones pertinentes y no hay “sentencia judicial” que les prohíba ejercer su profesión.

En resumen, Sostres justifica que esto no va sobre “adoraciones o simpatías”, sino sobre “libertad individual” y llama al alzamiento contra los “linchamientos”, al igual que otros hicieron contra el “comunismo y el nazismo”, porque también fueron “linchamientos”. El periodista concluye su columna alegando que “no podemos ser como los alemanes que olían la carne quemada y no decían nada”.