El Gobierno de Mariano Rajoy hizo todo lo posible por protegerse de la caja B. El extesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, tenía información y documentación que podría poner en jaque todo el entramado de la financiación irregular y dinamitar toda calma habida y por haber. Para evitarlo, los populares recurrieron a métodos de dudosa legalidad perpetrados por una policía política que comandaban Eugenio Pino y el comisario retirado, José Manuel Villarejo. Junto a otros agentes -algunos conscientes y otros no- llevaron a cabo una serie de acciones que fueron costeadas por fondos reservados. En total, 500.000 euros. Medio millón que, según ha adelantado la SER, sirvió para sufragar los robos, sobornos, espionajes y hasta secuestros.

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La operación Kitchen es un entramado de la policía política cuyo objetivo era recuperar la documentación sensible sobre la caja B que pudiera tener Bárcenas. Tres de los principales integrantes fueron Eugenio Pino, exdirector Adjunto Operativo de la Policía Nacional (DAO), el comisario retirado Villarejo y Sergio Ríos, el exchófer de Bárcenas.

Sobornos

El primero de los delitos cometidos por la policía patriótica es el de soborno. De los 500.000 euros que el Ministerio de Interior, con Jorge Fernández Díaz al frente, dispuso para Kitchen, buena parte fue para pagar al chófer.

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Sergio Ríos fue el topo que Villarejo sobornó para extraer los documentos de Bárcenas a la mayor celeridad posible. El Ministerio de Interior encontró en diciembre de 2018 los recibís originales del chófer del extesorero, quien cobraba unos 2.000 euros al mes por sus servicios entre los años 2013 y 2014. En estos documentos figurar el nombre de Villarejo como responsable de las entregas.

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Espionaje

Comprar al chófer no fue el primero ni el último paso. El chófer llegó a filtrar el código de la alarma a los agentes de Villarejo, permitiendo así que las autoridades pudieran acceder al inmueble de la familia Bárcenas sin la necesidad de una orden judicial.

Así, la Policía recopilaría todo el material sensible que pudiera ser utilizado contra los populares. Ríos guió a los agentes hasta el viejo arcón donde se encontraban los documentos.

Eso sí, a punto estuvo de echar por tierra la operación. Y es que al principio facilitó un código erróneo a los agentes. Unos números que bailaban y que provocaron que la alarma saltara. Sin embargo, pese a este pequeño malentendido, la operación salió bien y Ríos también pudo advertir a la Policía de que el extesorero podía ocultar dinero en Canadá y Chile.

El dispositivo policial, que contaría con unos 80 agentes (algunos de los cuales creían estar cumpliendo órdenes judiciales), utilizaron todo tipo de tecnología: cámaras, micrófonos… El despliegue era tal que la Policía llegó a realizar seguimientos irregulares a familiares de Luis Bárcenas a través de las cámaras de Metro de Madrid.

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El secuestro

Robo de documentos, espionaje mediante cámaras y micrófonos, sobornos… Pero de toda la factura que tuvo que pagar el PP con los fondos reservados falta el extracto más rocambolesca: el secuestro.

El PP conocía el paradero de los documentos de Bárcenas. Se encontraban en un soporte informático escondido concienzudamente. Pero había que extraerlo. ¿Cómo?

El Ministerio de Interior recurrió a un mercenario, Enrique Olivares, quien a razón de 50.000 euros se hizo pasar por un falso cura para secuestrar a la mujer y al hijo de Bárcenas en su propia casa y recuperar el disco duro con toda la información sensible.

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El mercenario  se presentó en el domicilio de Bárcenas en la tarde del 23 de octubre de 2013 en torno a las 15:45 horas, momento en el que la familia del ex tesorero disfrutaba de una comida en la cocina de la vivienda. Cabe recordar que, en aquel momento, Bárcenas se encontraba en la prisión de Soto del Real.

Olivares se presentó con una sotana y un alzacuellos. Presionó el timbre y la sirvienta le pidió permiso a la mujer de Bárcenas, Rosalía Iglesias para abrir la puerta del domicilio. Le dijo que era un sacerdote de Instituciones Penitenciarias que pretendía entrevistarse con la propia esposa del ex tesorero y con su hijo. El sicario explicó que debían rellenar un documento para que al ex miembro del Partido Popular le concediesen la libertad provisional.

El engaño funcionó, al menos en un primer momento, y Olivares accedió al domicilio después de que Rosalía y Willy Bárcenas lo invitaran a pasar al salón del domicilio. Tras recalar en la habitación, el sicario abrió un maletín donde ocultaba un revólver tipo "british bulldog”.

La misión falló. El mercenario amenazó a Willy Bárcenas: "Tú túmbate en el suelo o le pego un tiro a tu madre". El mercenario ató a la esposa e hijo de Bárcenas, así como a la asistenta, con unas bridas y les pidió que les llevaran al despacho del padre para que le entregaran los pendrives. "O me decís la información que tumbe al Gobierno u os mato", amenazaba el secuestrador.

Todo se torció cuando, en un descuido, Willy Bárcenas se deshizo de la soga que le maniataba y se abalanzó sobre el falso cura, que fue reducido y detenido.