El Partido Popular ha vuelto a situar el Orgullo en el epicentro de la polémica por sus reticencias a celebrarlo o, simplemente, aceptarlo. A la colección de críticas cosechada por negarse a colocar la bandera LGTBIQ+, se le ha sumado una brillante intervención del diputado socialista en la Asamblea de Madrid Santi Rivero, quien ha recurrido a la historia para retratar a la parlamentaria del PP Esther Platero.

Durante su intervención en el pleno del parlamento regional, Platero redujo el Orgullo LGTBIQ+ a “un desfile”. “España no es un país homófobo y Madrid mucho menos, es la capital de la libertad y aquí no se pregunta la orientación sexual de nadie”, ha asegurado antes de recordar que “fue en 1996 el primer desfile del Orgullo con Álvarez del Manzano en la ciudad de Madrid”.

Acto seguido, y sin pudor, recordó que durante el gobierno de Esperanza Aguirre y Gallardón, en 2007, Madrid celebró el Europride.

“Estaría bueno que, encima, le tuviéramos que dar las gracias por dejarnos hacer el Orgullo, cuando tenemos todo el derecho del mundo a manifestarnos, a salir a las calles y a expresarnos”, ha comenzado Rivero.

Y ha continuado: “A pesar de ustedes, llevamos haciendo el Orgullo más de 30 años. El orgullo no es un desfile. Si usted quiere salir a desfilar salga. Yo salgo a manifestarme y a recordar a los que no están para que yo pueda estar aquí sentado porque hace años no podíamos estar aquí sentados ni en muchos sitios”.

El diputado socialista ha insistido en que, durante el Orgullo, “salgo a recordar y a agradecer a los que me precedieron para que tengamos derechos y hoy aquí podamos enfrentar la homofobia y la LGTBi fobia que ustedes representan”.

Por último, ha relatado una anécdota que pone de manifiesto la realidad. Durante un acto “se acercó un chaval que no tendría más de 16 años y se sentó en un banco cercano. Estaba con el móvil, de vez en cuando levantaba la cabeza, sonreía y de repente se levantó del banco y yo pensaba que se iba a ir porque se había aburrido ya del acto. Cuál fue mi sorpresa cuando en una de las sillas que quedaban vacías llegó, se sentó, empezó a hacer fotos, sonrió y empezó a participar”.

La moraleja es que esos actos son importantes para que otro jóvenes conozcan que existen personas y organizaciones que le entienden, le reconocen y defienden sus derechos.