El Partido Socialista se enfrenta a muchos otros problemas y dilemas que van más allá de la abstención para permitir que gobierne Rajoy, cuyo partido ganó las elecciones nada más y nada menos que con 11 puntos de ventaja y 2.481.476 votos más que los socialistas. El principal problema al que se enfrenta el veterano partido es su voladura interna, toda vez que algunos dirigentes territoriales y destacados militantes están dispuestos a dinamitar, por la vía de los hechos y sin debate en un congreso o conferencia política, sus órganos de gobierno internos.

Acato solo lo que me gusta

Detenidos en un debate con más víscera que razón, sin proponer abiertamente que el PSOE pase a ser un partido asambleario en el que se consulte todo a los militantes (con lo que el líder del partido pasaría a tener un poder casi absoluto), el Partido Socialista se enfrenta a una guerra interna sin precedentes en la que una parte de sus dirigentes se niegan a reconocer la autoridad del Comité Federal, y eso lleva al derrumbe interno total de ese partido tal y como se ha conocido hasta ahora.

Al margen de esta cuestión se plantea otra. Miquel Iceta, elegido primer secretario de los socialistas catalanes en primarias, se niega a acatar la resolución del comité federal si gana la votación la abstención a Rajoy. Curiosamente Iceta -30 años en el partido y ‘aparato’ toda la vida- sí acata y proclama la validez de la votación del Comité Federal cuando éste aprobó el no a Rajoy y el no a los independentistas, aunque con estos últimos se aprestara a negociar bajo cuerda. ¿Es demócrata acatar los resultados de unas votaciones solo cuando se gana?  Un sector importante de los militantes está dispuesto a mantener que el “no es no” a Rajoy se haga a costa de no respetar el resultado de una votación y de liquidar los órganos de dirección del partido aprobados en unos congresos escrupulosamente democráticos.

Reforma estatutaria urgente

De hecho, Pedro Sánchez siendo secretario general no modificó el funcionamiento y poder del Comité Federal. Tampoco los estatutos ,salvo para incluir que el secretario general se elija en primarias, pero nunca incluyó en ellos la regulación de consultas a los militantes sobre decisiones políticas (qué decisiones, cuando y quien redacta las preguntas) seguramente porque quería reservarse para sí mismo en exclusiva esa potestad.

Sea cual sea el resultado de la abstención sí o no, el PSOE debe afrontar una reforma estatutaria para incluir las nuevas realidades políticas y dejar claro, por ejemplo, cuando un secretario general tiene que irse. Todos los militantes socialistas saben que la dimisión de la mitad más uno de la ejecutiva federal implica que esta “decae”, y eso para los militantes significa que la ejecutiva federal deja de existir. Pero eso era hasta que Pedro Sánchez y César Luena interpretaron que “decae” no equivale a cese o que deja de existir.

Tendrán que dejar claro si son un partido asambleario o de democracia representativa. Podemos ha apostado por este segundo modelo (representativo) sin complejos y nadie les acusa de ‘golpistas’. Tendrán que decidir si las federaciones territoriales del PSOE pueden ir por libre o no. Y tendrán que decidir sobre la relación con el PSC, cuyas crisis de identidad (referéndum sí o no, nacionalismo sí o no, Comité Federal sí o no) arrastra periódicamente a todo el Partido Socialista a crisis internas.

El Partido Socialista tiene un reto mucho más importante que el de elegir nuevo líder o nueva líder en un futuro inmediato.Tendrá que refundarse.