El PSOE ha comenzado su particular caminata para encabezar el Gobierno de Navarra. Un recorrido que, sin embargo, trascenderá las fronteras forales y tendrá sus ecos en otros puntos de la geografía española, en concreto, en Madrid, Euskadi y el Ayuntamiento de Pamplona.
La candidata socialista, María Chivite, iniciará el miércoles una ronda de contactos con Geroa Bai (la marca del PNV en Navarra), Podemos e Izquierda Ezkerra a fin y efecto de articular un gobierno de mayoría progresista como alternativa a las tres derechas, aglutinadas en la marca Navarra Suma (UPN, Ciudadanos y PP). Para poder concretar la maniobra, Chivite necesitaría la abstención de EH Bildu.
Chivite ha movido, a pesar de que no tiene el beneplácito de Ferraz. Y es que, hay precedentes semejantes del año 2007. En aquel momento, los socialistas se lanzaron a encabezar una alianza con NaBai (ahora Geroa Bai) e Izquierda Unida, pero finalmente la dirección nacional abortó el intento y el Gobierno quedó en manos de UPN alegando que no pactarían con nacionalistas.
Pero la situación ha cambiado y, tras la recomposición de fuerzas, el PSN vuelve a la carga.
Lo que ocurra en Navarra podría provocar un efecto mariposa. Para empezar, Pedro Sánchez podría necesitar en Madrid los escaños del PNV para ser investido presidente, por lo que la ecuación en Navarra podría tener como variable lo que ocurra también en Madrid. Máxime teniendo en cuenta que Geroa Bai opta por continuar en el Ejecutivo Foral.
Algo semejante ocurre en Euskadi, donde la fórmula PNV-PSE tiene en su mano comandar las tres diputaciones y capitales en caso de alcanzar un acuerdo.
En Navarra, Chivite lograría 23 escaños con Geora Bai, Podemos e Izquierda Ezkerra; pero necesita de la abstención de EH Bildu, con quien se ha negado a negociar. Y aquí entra otra pata: el Ayuntamiento de Pamplona.
EH Bildu obtuvo nueves escaños y, de sumarse los cinco socialistas y los dos de Geroa Bai, la alcaldía sería para la formación de Arnaldo Otegi. El PSN es decisivo puesto que Navarra Suma obtuvo 13.
