De modo que la gente empieza a pensar que si los socialistas no consiguieron darle la vuelta a la tortilla de la depresión económica y social, los populares –que se pasaron cerca de cuatro años ofreciéndose de salvadores de España- lo están haciendo ahora mucho peor.

El baño de nepotismo de este fatídico jueves –cuyo principal perjudicado en términos políticos es, sin duda, Mariano Rajoy- no debe interpretarse como un episodio baladí. Todo lo contrario. A Rajoy se le escapó de pronto una cuestión singularmente delicada y, en la presente coyuntura, explosiva. Tuvo que apretarle las tuercas a su segunda y le ordenó que renunciara de inmediato López del Hierro. Éste se resistió al principio pero no le quedó más remedio que tirar la toalla.

Mientras tanto, en Génova no daban crédito a todo lo que estaba pasando. Hubo nervios y mucha preocupación por el daño que este escándalo pueda hacer a las aspiraciones del PP a gobernar en Andalucía y Asturias. Todo un sainete.

La opinión pública, desde la derecha mediática a la izquierda, saltó irritada, desmelenada y lógicamente encabronada al saber que el marido de María Dolores de Cospedal se iba a llevar 180.000 euros al año por ser vos quien sois.

¿Quién era el beneficiado de Red Eléctrica? Pues es el marido de la secretaria general del PP, el partido gobernante. El pelotazo -por lo demás lícito- le suponía, a un profesional de consejos de administración como López del Hierro, unos emolumentos excelentes y un trabajo de muy baja intensidad.

Las redes sociales tocaron a rebato. Las quejas llegaron al despacho del presidente del Gobierno. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, se subía por las paredes. Su compañera y ¿amiga? Cospedal acababa de meter una vez más la patita. A Rajoy se le vino abajo eso que él tanto repite de la confianza que transmite su Gobierno a los ciudadanos.

En esta oportunidad, la confianza se ha convertido en nepotismo. A no pocos votantes del PP les entró una inyección de ira imparable al conocer que a altos dirigentes de su partido les tocaba la lotería del amiguismo o del nepotismo casi napoleónico. No todos los votantes de la derecha son, ni mucho menos, multimillonarios.

El nivel de vida de Cospedal y su entorno familiar está muy por encima de la media popular. Eso no es ningún delito, pero exige una gran dosis de prudencia a la hora de manejar ciertas cosas y ser la presidenta de Castilla-La Mancha y número 2 del PP nacional. A Rajoy le están metiendo demasiados goles en su propia portería. Lo peor es que ni es un buen guardameta ni él sabe marcar goles.

La cacareada austeridad del PP la han enviado al carajo Cospedal o Prospedal -como ya la han rebautizado en las redes sociales- y su marido. Las socialistas de Asturias y de Andalucía le están agradecidos a tan entrañable matrimonio. Tome nota, don Mariano.