Los problemas de Ciudadanos siguen mostrando el delicado momento que atraviesa el partido desde que en las elecciones del 10 de noviembre cayeran a la sexta plaza perdiendo 47 escaños en apenas cinco meses. La Comisión de Garantías y Valores del partido ha ordenado la destitución completa de la Junta Directiva del partido en Santander

Fuentes del partido han informado a ElPlural.com de este nuevo revés. La disolución de la Junta viene acompañada de la obligatoriedad de cumplir una serie de pesquisas: "La propuesta a la Secretaria de Organización de la sustitución de la actual Junta Directiva de la Agrupación de Santander, proceder de forma inmediata a convocar un proceso de elecciones de una nueva Junta Durectiva y notificar este acuerdo a la Secretaría de Organización del partido a nivel nacional para que se realicen las actuaciones para el cumplimiento del acuerdo". 

Además, en el documento al que ha tenido acceso ElPlural.com se especifica que "no cabe recurso alguno". Este acuerdo firmado entre las partes y que se entiende como confidencial pone en el foco a Félix Álvarez, líder de los naranjas en Cantabria. 

El dirigente vuelve a ser sometido al escrutinio del sector crítico, que ya le acusó en su momento de cometer un presunto pucherazo en sus primarias contra José López

Este anuncio se produce horas después de que dos pesos pesados del partido a nivel nacional informaran de su march. El primero de ellos ha sido José Manuel Villegas, que abandonará la Ejecutiva tras el Congreso de la formación en marzo. Poco más tarde, el secretario de comunicación Fernando de Páramo ha enviado una carta pública donde informaba de que abandonada sus funciones y daba un paso atrás en la estructura. 

Un partido dividido en el que los ceses, dimisiones y voces discordantes vuelven a hacer que la marca se tambalee. Albert Rivera fue el primero en depurar responsabilidades y marcharse tras la debacle electoral. Tras él, el partido se descompone e Inés Arrimadas, favorita para suceder al otrora presidente naranja, tendrá que realizar una limpieza sin parangón para calmar a los críticos.