El escándalo de las empresas opacas – offshore – en Panamá ha acabado salpicando al ya de por sí embarrado clan Pujol Ferrusola. Después de que fuentes de la UDEF y de la propia investigación que sigue en juez De La Mata confirmaran que los Pujol tendrían presuntamente 3.000 millones de euros en el país centroamericano, más 300 en Belice, mediante operaciones de Jordi Pujol Ferrusola y la matriarca del clan Marta Ferrusola, salta a la palestra otro de los hijos, Oleguer Pujol.

Según las informaciones que comienzan a saberse acerca del contenido de ésos documentos, el hijo menor de los Pujol habría supuestamente pactado una cifra que giraría alrededor de los trece millones de euros en concepto de comisiones por la venta de 1.152 oficinas bancarias del Santander. Lo que antes se denominaba un pelotazo. Por cierto, ésta fue una operación en la que el benjamín del clan fue ayudado por un hombre de confianza de la familia, Javier de la Rosa, a quien en su día el mismísimo Pujol padre definió como “empresario modelo” y que luego tuvo que rendir cuentas ante la justicia después de sus líos con KIO y Grand Tibidabo. Según lo que aparece en los papeles de Panamá, dos hijos del empresario habrían cobrado, supuestamente, una comisión por los servicios prestados estimada en cuatro millones de euros. Nada nuevo bajo el sol.

Siempre presuntamente, el propio Oleguer habría autorizado el desvío de más de seis millones de euros a través de una sociedad opaca que, a su vez, le habría reembolsado cinco millones a través de otra de ésas empresas que tanto abundan en Panamá y que, si bien no son ilegales, si suelen ser utilizadas cuando el dinero que se deposita en ellas tiene difícil justificación. Dichas operaciones habrían sido realizadas inmediatamente después que Oleguer y su socio Luis Iglesias cerrasen la compra de las sucursales con el banco que preside Ana Botín. El entramado de empresas, filiales y relaciones entre ellas que aparecen en la documentación marean a cualquier experto en organigramas: Samos Servicios y Gestiones SL, Sun Capital Partners Limited, Ard-Choille BV, el despacho ITPS con sede en La Haya, todo para ir a parar a Aegle International, que por casualidad es propiedad de Oleguer y su socio Iglesias. Pura ingeniería financiera.

Los abogados como pieza clave

El papel que en estos asuntos desempeñan los despachos de abogados es importantísimo, pero no es cosa de hoy. El bufete Mossack-Fonseca, por ejemplo, que es quien ocupa las portadas con el escándalo de los papeles. La hasta ahora prestigiosa firma tiene la sede en el lujoso Edificio Arango Orillac, primera planta, en la selecta calle 54 de Panamá City. No es un bufete laboralista, para entendernos. Con una clientela VIP – desde el entorno de Vladimir Putin a la nomenclatura china, pasando por la familia Le Pen, la hermana del Rey Juan Carlos I o el primer ministro de Islandia, actores, artistas, deportistas y empresarios de nivel – todos han depositado su confianza en la eficacia del bufete. “Mossack te lo arreglará”, murmuraban los que sabían.

Pero ¿qué han hecho para ser los depositarios de millones y millones de dinero poco honorable? Dicho bufete fue fundado en 1977 por Jürgen Mossack y Ramón Fonseca. A lo largo de su trayectoria han sido acusados en numerosas ocasiones de lavar el dinero de Bashar al-Assad o Gadafi. Han estado implicados en el escándalo de la empresa brasileña Petrobras, de lavar la fortuna de la argentina familia Kirchner, de evasión de capitales con la firma alemana Commerzbank.

Todo empieza a entenderse si buscamos en la biografía de Jürgen, nacido en Alemania en 1948 y emigrado a Panamá en los sesenta. Hijo de un miembro de las Waffen SS, su padre habría trabajado como oficial de inteligencia para los EEUU con motivo de la revolución castrista. Los norteamericanos usaron a muchos dirigentes nazis, así como a sus científicos, en la denominada Operación Paperclip para luchar contra el bloque soviético. Durante años gozaron de total impunidad. Se comprende que, con los contactos y entorno que se le suponen, Mossack hijo pudiera haber hecho lo que le viniese en gana.

En ésos ambientes de dinero nada claro, mafias, cárteles, evasión de capitales, blanqueo de dinero sucio y cosas aún peores se han movido capitales astronómicos, inconcebibles para el común de los mortales. Si se confirmase la implicación de Oleguer Pujol Ferrusola, tal y como indican los papeles panameños (aunque no parezca tener vinculación ninguna con el bufete de Mossack), la tesis que sostiene su señoría acerca de que ésa familia actuaba como una organización criminal, perfectamente coordinada y dirigida, tendría una solidez poco rebatible. Porque las supuestas herencias de un abuelo difícilmente acaban en empresas opacas de Panamá, rodeadas de hijos de nazis, maleantes y evasores.