Las tiranteces entre Manuel Valls y Albert Rivera han acabado en divorcio esta semana. Los pactos con Vox se utilizaban como material de artillería desde Barcelona, los votos a favor de Ada Colau supusieron el fin de una relación tortuosa desde Madrid. Lejos quedaron los abrazos y piropos mutuos.
El desequilibrio emocional y el combate de egos empezó en Colón. Como casi todo desde que la extrema derecha consiguiera colarse en el ideario común de la ciudadanía española. El pacto de Andalucía fue la piedra de toque, pero la fotografía compartida entre los tres principales líderes de la derecha frente a una masa enfervorecida en el corazón neurálgico de la capital fue el símbolo de la decadencia.
A partir de ahí, Valls achacó contantemente la poca altura de estado de su líder, cuestionó la gestión que realizaba la cúpula central de la estructura y puso en jaque a sus filas advirtiendo de que optaría por “el mal menor” en la Ciudad Condal. Sin embargo, el ex primer ministro francés no es el único dirigente que ha protagonizado un desencuentro ostentoso con la cara visible de los naranjas.
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— AlRojoVivo (@DebatAlRojoVivo) 20 de junio de 2019
Rivera, golpeado por la crítica
Otro de los casos es el de Miguel Durán, abogado defensor de Pablo Crespo (el número dos de la trama Gürtel) y Moncloa.com (diario digital que ha publicado los conocidos audios del comisario jubilado José Manuel Villarejo). Mucha gente desconoce que Durán compareció, por petición expresa de Albert Rivera, como número uno a las elecciones europeas de Ciudadanos, junto a la coalición Libertas, en 2009.
El presidente de Intereconomía, Julio Ariza, actuó de mediador entre Durán y Rivera, y fue él quien los puso en contacto. En su momento, fue un fichaje impactante, que muy pocas personas se esperaban.
Sin embargo, los naranjas se confiaron en el poder de convocatoria que Intereconomía podía tener. Durán fue fichado por prestigio, por ser una cara conocida, pero la jugada maestra del propio Rivera fue fallida. Después, con el repunte de su marca y su partido se desentendieron de su otrora íntimo asesor.
Carolina Punset también evidenció el descalabro interno de Ciudadanos. Aunque el partido presuma de su buena gestión de las crisis, lo cierto es que las disonancias que han tenido se han saldado con declaraciones cruzadas, públicas y rupturistas. La que fuera portavoz del Grupo naranja en las Cortes Valencianas abandonó la estructura dinamitando los pasos de la cúpula: “La formación se ha convertido en la marca blanca del PP".
Acusaba a su partido de dar continuos “bandazos” y lamentaba las últimas tesis defendidas por Rivera (en 2016) en torno a la situación en Cataluña, la prostitución, la gestación subrogada o el impuesto al sol. Por su parte, los naranjas contestaron expedientando a su dirigente por reunirse con Carles Puigdemont en Waterloo.
Más allá de nombres, altos cargos o insultos ostentosos, lo cierto es que la crítica interna se ha apoderado del feudo de Rivera. Los pucherazos denunciados y la falta de autonomía han supuesto un auténtico revés de puertas para adentro. Ahora, Europa también avisa y su grupo amenaza con romper la relación.