El sainete de la negociación para la investidura de Pedro Sánchez y la conformación del Gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos vivió este miércoles un nuevo episodio tras varias semanas de calma chicha. La comparecencia de Sánchez en la rueda de prensa tras la cumbre de la OTAN, en la que aseguró que habría un acuerdo con ERC dentro de la Constitución y que será público ha encendido a los republicanos, al menos de cara a la galería. Lo que sería una prueba palmaria de la necesidad de llevar las negociaciones con discreción, pues el supuesto enfrentamiento se produce tras varios días de silencio del presidente del Gobierno en funciones.

Estas declaraciones sentaron de manera muy diversa. Por un lado, fuentes internas de ERC admiten que no les gustaron porque “si ya empezamos con líneas rojas, malo”. Sin embargo, otras confirman a ElPlural.com que el malestar de ERC no es tan grave como quieren apuntar algunos medios. Pero esas manifestaciones se encuadran en la necesidad de mantener una posición firme en las negociaciones y poder conseguir un relato en Cataluña con el que ERC pueda justificar un eventual apoyo al Gobierno de coalición de PSOE y Podemos sin que parezca que han ofrecido gratis los escaños de la formación. De hecho, todo apunta a que sigue en pie la reunión que socialistas y republicanos tenían programada para el martes.

En el horizonte está el Congreso que ERC tiene que celebrar el sábado 21 de diciembre, que podría postergar la fecha de la investidura de Pedro Sánchez para que no se mezclen ambas coyunturas. Sin embargo, diversas fuentes de ERC señalan que, aunque no es deseable que la investidura tenga lugar el día 19, dos días antes del Congreso, la preocupación no es tan grande como se pinta en algunos círculos, pues se trata de un cónclave que aprobará unas ponencias políticas que ya tienen atadas y en el que no están en juego la renovación de cargos orgánicos.

Por lo demás, las conversaciones entre PSOE y Podemos avanzan a buen ritmo y, según ha podido saber ElPlural.com, los encargados de liderar la negociación son Pablo Echenique por la formación morada y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien tiene un perfil más cercano a los de Pablo Iglesias. De hecho, Montero ya llevó a buen puerto en Andalucía el pacto de los Presupuestos de la Comunidad con Teresa Rodríguez y mantiene buena relación con Alberto Garzón, el coordinador general de Izquierda Unida, quien de hecho llamó a la ministra cuando embarrancaron las negociaciones en verano.

Eso sí, junto al silencio roto este martes de Pedro Sánchez en Londres y el posterior enfado de ERC, otra prueba de la importancia de la discreción es el campo en el que se juegan las negociaciones entre PSOE y Podemos y, sobre todo, las que protagonizan los propios líderes, el presidente del Gobierno en funciones y Pablo Iglesias. Se habla incluso de dispositivos especiales similares a los que usan los líderes del Ejecutivo cuando tienen que acudir a un médico especialista para evitar cualquier filtración, como cuenta hoy La Información. Iglesias no acude, salvo en las contadas ocasiones que se han conocido ya, al Palacio de la Moncloa y los encuentros se celebran en lugares privados y alejados de los focos.

La estrategia, según fuentes de Podemos, parece estar funcionando y en la formación morada se mantienen optimistas. Aún sigue en pie la esperanza que anunció Pablo Iglesias cuando sugirió que los españoles cenarían en Nochebuena con un gobierno progresista. Admiten sin queja que la fumata blanca podría llegar en los primeros días de 2020.

Enero se presenta ahora como una fecha un poco más lejana de lo que se vislumbraba en la rápida comparecencia de Iglesias y Sánchez, tras las elecciones generales de noviembre, para anunciar su pacto de coalición. Pero, desde luego, mucho más cercana de cómo se veía en julio de 2019, cuando todo saltó por los aires.