Los resultados electorales del pasado domingo dejaron muchas dudas internas entre los principales partidos del mapa político. El PSOE logró aprovechar el rebufo de las generales y se alzó con la triple corona (municipales, autonómicas y europeas), pero la debacle electoral de Podemos ha dificultado sobremanera conformar mayorías de izquierdas en muchos lugares. Hasta 13 capitales provinciales, cuatro comunidades autónomas y un sinfín de municipios de gran envergadura quedan en manos de un posible entendimiento entre socialistas y naranjas.

Ciudadanos sabe que su poder autonómico y municipal ha aumentado. Prácticamente ha doblado su estructura, los números avalan un proyecto que crece a pasos agigantados con cada paso por las urnas. Sin embargo, más allá de no conseguir el ansiado sorpasso, internamente se valora más la importancia cualitativa que cuantitativa. Los naranjas tienen en su mano virar hacia el centro y revitalizar un pacto socioliberal con el PSOE o abogar directamente por la fórmula andaluza y atender las demandas (cada vez más incisivas) de Vox.

La diversidad de opiniones es evidente. El núcleo fuerte de Rivera, reunido en el comité nacional de negociación de formación de gobiernos autonómicos y locales, defiende la postura defendida por el sector oficialista de la estructura. Sin embargo, cada vez son más las voces críticas que denuncian la forma de proceder de los más allegados a Rivera.

Manuel Valls ha efectuado la enésima demostración de entereza y autonomía frente al centralismo. Abiertamente, ha comparecido ante los medios para poner los seis concejales conseguidos en los comicios a disposición de un acuerdo para investir, junto al PSC, a la Barcelona en Comú de Ada Colau. Francisco Igea, candidato naranja en Castilla y León, también se posicionó a favor de construir una mayoría al PP y construir un cambio autonómico.

Pero no son los únicos. Fuentes internas informan a ElPlural.com que entre bambalinas son muchos los dirigentes territoriales que piden independencia, tener voz en un partido acostumbrado a cumplir la doctrina impuesta por la corriente cerrada en los despachos de Madrid. Una revuelta interna se está gestando, y Rivera y su equipo tratan de hacer equilibrismo para que todo quede en casa, atado y bien atado.

Frente a la amenaza de que rompan las directrices del partido y una posible fuga de muchos dirigentes, el tono empleado por el séquito de Rivera se va modulando con el paso de los días. Después de catalogar a Pedro Sánchez como una especie de peligro público, buscan calmar las aguas y frenar el ambiente embravecido que se apodera de muchas de las delegaciones naranjas que empiezan a pedir el turno de palabra.

A derechas o a izquierdas. El municipalismo de Ciudadanos está cansado de sostener a partidos en función de los intereses clientelares de la cúpula central, quieren conformar gobiernos de forma interna y obtener las funciones de ejecución que creen haber ganado por mérito propio en las elecciones.