Ciudadanos vuelve a exponerse como un partido bicéfalo en el que la discordancia al guion impuesto por el oficialismo pone en aprietos continuos a los de Rivera. Las últimas declaraciones de Marcos de Quinto, llamando “bien comidos” a los inmigrantes a bordo del Open Arms e insultando gravemente a todo aquel que reprochó sus exabruptos en redes sociales, no han sido bien recibidas por ciertos estratos de la estructura naranja.

Especialmente por aquellos del ala más crítica con la hoja de ruta y la primera plana conformada por el presidente del partido, Albert Rivera. Mientras de cara al exterior César Zafra, responsable de Organización de la delegación madrileña, redujo las salidas de tono a un ámbito personal (“son tuits personales”), internamente la situación es más proclive a la discusión. Preocupados de que el tira y afloja no vuelva a pasar factura a la marca, los naranjas tratan de limitar las discusiones a los chats privados, donde se suceden las impresiones entre aquellos que siguen fielmente la hoja de ruta impuesta por el núcleo duro de la formación y aquellos que observan una situación límite en la teatralización continua convertida en habitual con las salidas de tono de sus portavoces más prolíficos.

Tal y como ha adelantado Cadena Ser, incluso miembros de la Ejecutiva naranja estarían hablando de implosión. Entre preocupados y asustados, insisten en que alguien debe dar un toque a De Quinto, responsable en materia económica que no hace más que acumular titulares por sus discusiones, regalos y elitistas comentarios. Frases como “para lo que hace en Twitter, se contrata un troll. Y listo” o “ha sido impuesto con calzador” retumban en la trastienda naranja.

 “No estoy acostumbrado (ni me quiero acostumbrar) a que la gente me insulte. A quien no le guste lo que escribo, que no lo lea. Lamento que alguna vez haya respondido con la misma moneda, pero no es agradable tener que soportar continuamente a tanto deficitario educacional”, se excusaba el domingo el dirigente, volviendo a incurrir en el gatillo fácil de los 280 caracteres y la red social de los descalificativos como pilar del argumentario.

Hubo un tiempo en que el Ciudadanos decía abanderar la regeneración democrática y se constituía como garante del espíritu de la Transición. Ahora, el diálogo con todas las fuerzas políticas ha tornado en matonismo por parte de alguno de sus dirigentes. Y lo que es peor, a ojos del sector más desencantado con el rumbo establecido, bajo el amparo y la promoción de los máximos responsables de la formación.