Osamah, en la sede de la Escuela Nacional de Entrenadores Cenafe.



Una zancadilla le cambió la vida. Una falta flagrante que él como entrenador de fútbol de primera división hubiera reclamado desde la banda. Pero en esta ocasión la agresión la sufrió en primera persona y la imagen dio la vuelta al mundo. Una periodista húngara le trabó mientras huía en busca de la tierra prometida en que se ha convertido Europa. Osamah Abdul Mohsen no se amedrentó, se levantó y con sus dos hijos consiguió llegar a España. Tres meses después no podrá reunir a toda su familia en Getafe. Serán unas Navidades incompletas.

“Estoy en deuda con Osamah”, confiesa Miguel Angel Galán a ELPLURAL.COM, “le prometí que traería a toda su familia y todavía no lo he conseguido”. El que habla es el presidente de la Escuela de Entrenadores Nacionales CENAFE. Osamah es uno de los suyos y desde que conoció su historia, Miguel Ángel se ha desvivido por ayudarle: casa, trabajo, colegio para sus hijos, asuntos burocráticos; todo ha pasado por sus manos y el refugiado sirio se muestra más que agradecido: “Miguel Ángel es mucho más que un amigo y esto también me sabe mal por él. Solo quería juntar a mi familia antes de Navidad” asegura a ELPLURAL.COM Osamah.

Finalmente, los trabajos del Ministerio de Asuntos Exteriores han resultado infructuosos. La embajada de Turquía reclamaba varios documentos a Osamah que éste no ha podido presentar. Allí, en Turquía se encuentra su mujer y dos de sus hijos. “Necesito tener a mi familia conmigo porque es muy importante para mí. Sé que hay mucha gente trabajando para que ellos lleguen a España” confiesa Osamah. Esto supondría “una liberación” en palabras de Galán, quien sigue muy pendiente de la integración de Osamah y sus hijos, desde las clases de español que recibe hasta las posibles ofertas para volver a entrenar.

La solución se retrasa ahora hasta el próximo mes de enero, fecha en la que está previsto que Osamah obtenga oficialmente el asilo en nuestro país. Así podrá conseguir el visado para su mujer y sus hijos, un documento que resulta imprescindible para entrar en España. Aunque desilusionado y decepcionado tras haber escrito una carta al mismísimo Mariano Rajoy pidiendo su intermediación en plena campaña electoral, no descarta incluso marcharse de España para reunirse con el resto de su familia.



Ni rastro de islamofobia
La acogida que ha dado la ciudad de a Osamah y los suyos ha sido inmejorable. “Es una ciudad tranquila y agradable, los compañeros me ayudan en el trabajo y los vecinos y la gente que me conoce se preocupa por mí”, cuenta con una sonrisa en la boca. Una sonrisa que se borra al hablar de los atentados de París y sus consecuencias: “Me puse muy furioso y sé que había gente de mi país igual de enfadado que yo. Porque igual que se mató gente en París, se mata gente en Siria, niños, mujeres, personas mayores, todos los días”.

Aunque tiene claro que sospechar de los refugiados como posibles cómplices de ISIS es no conocer la situación: “La gente en Siria no quiere la guerra, no quiere matar a nadie”, afirma e incluso explica cómo intentan mediar ante los terroristas: “los sirios han intentado hablar y razonar con ellos, incluso plantarles cara, pero cuando utilizan la fuerza y las armas los sirios preferimos marcharnos de allí”. Osamah, que no ha sentido discriminación alguna desde su llegada a España sabe que su futuro inmediato está aquí. Pero no se resiste a pensar que cuando todo esto acabe, cuando la guerra finalice, él quiere regresar con los suyos a Siria.

Mientras tanto su día a día arranca muy temprano: “Me levanto a las 7 de la mañana y desayuno con mis hijos. Luego acompaño al pequeño, Zaid, al colegio”. Su otro hijo, Mohamed de 18 años, se marcha solo al instituto mientras su padre regresa a casa a por sus libros. También él estudia. “Voy a clases de español dos veces por semana y por las tardes acudo a mi trabajo en Cenafe”, cuenta Osamah que tiene en el idioma la piedra angular sobre la que gira su futuro. Para poder entrenar, para poder comunicarse con los jugadores y el cuerpo técnico hablar español fluido resulta básico.

“Voy poquito a poquito”, nos dice en un intento de mostrar sus progresos. Aunque las trabas van más allá del idioma. La Federación Española de Fútbol presidida por Ángel María Villar todavía no le ha homologado su título de entrenador. El tiempo apremia y la alternativa sería sacarse de nuevo ese título aquí, aunque todo eso retrasaría aún más el proceso.

La nueva vía que se abre es Qatar. Allí tendrá en breve una nueva oficina Cenafe y el candidato ideal para el puesto sería Osamah, según nos confirman en la Escuela de Entrenadores. Nuestro protagonista no tiene dudas: “Puede ser que me vaya a entrenar a Qatar, Dubai o Líbano en el futuro. Sería un trabajo importante y Cenafe puede contar conmigo si lo necesita”. Aunque puntualiza que una vez puesta en marcha la oficina su deseo sería volver a España.

Miguel Ángel Galán, presidente de la Escuela Nacional de Entrenadores Cenafe, posa con la noticia sobre la llegada de Osamah,



Conocer a Cristiano Ronaldo
Hasta que una cosa o la otra suceda Osamah sigue perfeccionando su español a base de juegos con su hijo Zaid. El pequeño, de apenas 7 años, es el que peor lo ha pasado en estos primeros meses. “Al principio fue complicado por el idioma y porque echaba de menos a su madre, pero ahora ya ha hecho amigos en el colegio y tanto él como Mohamed están muy contentos” responde Osamah. A esa felicidad también contribuyó el Real Madrid. Florentino Pérez y Emilio Butragueño invitaron personalmente a toda la familia a un entrenamiento en Valdebebas y al partido Real Madrid – Granada disputado en el Santiago Bernabéu.

Así Zaid pudo conocer a su ídolo, Cristiano Ronaldo. Su padre, al igual que su hermano mayor, Mohamed, son declarados aficionados del conjunto blanco y nunca olvidarán un día tan especial: “Todo entrenador sueña con entrenar al Real Madrid y yo he podido estar ahí con ellos. Era la primera vez para nosotros en el Bernabéu y fue uno de los días más importantes de nuestra vida”. A buen seguro que en las próximas fechas llegan más momentos inolvidables para Osamah y los suyos. Nunca una zancadilla ofreció tanta felicidad.