La diputada del Partido Popular Cayetana Álvarez de Toledo se encuentra en plena campaña por la publicación de su nuevo libro Políticamente indeseable. En los últimos días la obra la ha situado en el epicentro de la polémica, ganándose el reproche de sus compañeros de bancada y partido por los términos en los que habla de varios dirigentes, incluidos Pablo Casado y Teodoro García Egea. Sin embargo, este fin de semana la argentina acudió al programa FAQS de TV3, donde protagonizó un discurso que se hizo viral no por sus críticas a Génova sino a un episodio llamativo: le preguntaron si quería pinganillo para que le tradujeran la entrevista.

“Ustedes han decidido que esta entrevista se desarrolle en catalán, me han llamado muy amablemente del programa para preguntarme si quería utilizar un pinganillo”, comenzó Álvarez de Toledo. 

La diputada del PP añadió que “yo he explicado que no quería un pinganillo, yo espero entender prácticamente todo lo que usted me diga, quizás haya alguna cosa que no, pero que no utilizaría un pinganillo porque entre españoles no utilizamos pinganillos, que eso es como dar a entender que somos extranjeros entre nosotros o que el castellano es una lengua extranjera en Cataluña”.

Álvarez de Toledo cogió carrerilla y estuvo más de un minuto y medio abroncando al medio -de forma muy respetuosa, eso sí-: “El castellano es no solamente la lengua común, que nos permite a personas como usted, como yo, como a todos los catalanes, todos los españoles, incluso más allá de España, comunicarnos entre nosotros, sino que, en este caso, además, es la lengua mayoritaria de Cataluña. Y por eso no he querido utilizar un pinganillo”.

“Cuando tenemos una lengua común tenemos la posibilidad de comunicarnos de manera más fluida en la lengua común, pues también es un gesto de cordialidad utilizarla. Pero es verdad que el nacionalismo tiene una difícil relación con la cordialidad. Incluso llega a ser muchas veces incompatible con la cordialidad”, dijo.

Tomando nuevamente como ejemplo de lo que a su juicio es el nacionalismo excluyente, volvió al asunto del pinganillo, censurando que “es un símbolo muy importante porque es un símbolo de extranjería”. “Los utilizamos, los pinganillos en general, para entendernos con personas con las que no tenemos una lengua común. La maravilla de España, y de mucho más allá de España, tenemos una lengua que comparten 500 millones de personas, es que podemos comunicarnos entre nosotros y, de hecho, la civilización es un proceso de comunicación y encuentro con los demás”. “Las lenguas no deben ser utilizadas para levantar fronteras entre personas, y mucho menos entre compatriotas. Que usted y yo lo somos”, zanjó.