El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales ha introducido un nuevo elemento de incertidumbre en la guerra de Ucrania. Aunque no asumirá el cargo hasta el 6 de enero de 2025, sus promesas de campaña y los posibles nombramientos en su equipo han dado lugar a intensas especulaciones sobre los cambios que podría traer su administración.
Trump ha declarado su intención de resolver el conflicto en Ucrania en cuestión de días, una promesa ambiciosa que carece de detalles concretos. Su enfoque impredecible y la diversidad de posturas dentro de su círculo cercano complican aún más el panorama. Mientras figuras como Marco Rubio, posible secretario de Estado, abogan por soluciones negociadas, otros miembros de su equipo, como Pete Hegseth, alertan sobre los riesgos de un alto el fuego que permita a Rusia reagrupar sus fuerzas.
Reducción del apoyo a Ucrania
Uno de los escenarios más probables bajo la administración Trump es una reducción drástica del apoyo militar y económico a Ucrania. Esta postura podría dejar al país en una situación vulnerable, dificultando su capacidad de resistencia frente a las fuerzas rusas. Además, una disminución en el respaldo de Estados Unidos debilitaría la unidad de la OTAN, abriendo la puerta a un mayor protagonismo de Europa en el conflicto.
En Europa, figuras como Josep Borrell han destacado la importancia del apoyo europeo a Ucrania, que ya representa casi la mitad (47%) de toda la ayuda recibida por el país. Sin embargo, la falta de liderazgo estadounidense podría exacerbar las divisiones dentro de la Unión Europea, especialmente entre los países que mantienen posturas más conciliadoras hacia Moscú, como Hungría y Eslovaquia.
¿Un acuerdo negociado?
Por otro lado, algunos analistas consideran que Trump podría presionar por una solución negociada, exigiendo concesiones tanto de Rusia como de Ucrania. Sin embargo, esto requeriría acuerdos complejos y garantías de seguridad para Ucrania, así como una reestructuración de las sanciones contra Rusia. A pesar de la posibilidad de aliviar tensiones a corto plazo, un acuerdo de este tipo corre el riesgo de ser percibido como una victoria para el Kremlin, lo que podría desestabilizar aún más la región.
En este contexto, Moscú enfrenta un dilema estratégico: aprovechar la oportunidad para negociar con la administración Trump o continuar su estrategia militar. Mientras tanto, Ucrania deberá decidir si acepta concesiones territoriales a cambio de la paz, una opción que, aunque polémica, ha ganado cierto apoyo entre la población según encuestas recientes.
El futuro de la OTAN
El regreso de Trump también lanza dudas sobre la prosperidad del futuro de la OTAN. Durante su primer mandato, criticó abiertamente la alianza, generando tensiones con los aliados europeos. Si adopta una postura más aislacionista, la cohesión de la OTAN podría verse comprometida, debilitando la posición de Occidente frente a Rusia.
En cualquiera de los escenarios, la guerra en Ucrania está lejos de resolverse. Las decisiones de la administración Trump, junto con las estrategias adoptadas por Europa, Rusia y Ucrania, determinarán el curso de un conflicto que sigue siendo uno de los mayores desafíos geopolíticos de nuestro tiempo.