Ocho minutos bastaron a Donald Trump, expresidente de los EEUU y candidato a la reelección en las primarias republicanas, para conocer que había conseguido la victoria en New Hampshire. El primer avance de escrutinio lo dejaba claro: el magnate norteamericano volvía a superar el 50%, era el candidato preferido por la mayoría de votantes y avanzaba impertérrito y sin freno hacia la siguiente de sus carreras, la misma a la que ya ha hecho frente en dos ocasiones, con resultados contrapuestos, la carrera hacia la Casa Blanca. 

No obstante, tras la victoria por aplastamiento en los caucus de Iowa, donde Trump ganó, convenció y consiguió expulsar de las primarias republicanas a dos de sus adversarios -especial mención para Ron de Santis, quien sonaba como el único contrapeso con opciones reales entre las filas republicanas-, el resultado cosechado en New Hampshire ha permitido respirar a Nikki Haley (43,6% de los votos). Un porcentaje más elevado del que se esperaba, ya que existían dudas sobre hacia dónde iría el flujo de votantes que de Santis dejaba en el camino. Un resultado con el que la exembajadora estadounidense ante la ONU se conjuró para prometer batalla en la inmediata travesía por los estados norteamericanos: "Es solo el principio". 

Es cierto que el camino del expresidente parece despejado, ya que todos los candidatos republicanos que se han impuesto en Iowa y New Hampshire han sido aspirantes al Despacho Oval. Dos grandes victorias con las que Trump ha consagrado su papel de favorito, pero, a esta hora, la fiesta del magnate debe esperar ante la resistencia de una Nikki Haley que parece dispuesta a romper la tradición, las encuestas y las perspectivas: "Esta carrera está lejos de terminar, quedan decenas de estados por recorrer".

Una maratón de fondo que Haley encara con respiración asistida. Debe ganar pronto, lo sabe y cuenta con una baza a su favor: la próxima cita de las primarias republicanas será en Carolina del Sur (el 3 de febrero), su estado natal, donde espera obtener su primera victoria. "Hace tiempo éramos catorce candidatos y la intención de voto que cosechábamos era exclusivamente del 2%. Ahora solo quedamos nosotros y Trump. Soy una luchadora". 

Las perspectivas de Trump 

Pese a que la exembajadora se mantiene en la lucha, prefiriendo morir lo más cerca de la orilla posible, Donald Trump aprovechó su segunda victoria consecutiva para hacer su particular balance. Según el magnate neoyorquino, la situación de su contrincante es irreversible: en Nevada no se presenta, por lo que todos los delegados tanto de las primarias como de los Caucus serán para él; en Carolina del Sur, donde nació Haley, la ventaja en este momento según la demoscopia es de cerca de 20 puntos porcentuales. 

"Una muy mala noche para Nikki 'Birdbrain' Haley, pero no tan mala como la semana pasada, en Iowa, donde alcanzó un distante tercer puesto. La semana que viene, en el caucus de Nevada, no quiso jugar con sus malas encuestas: obtiene cero y yo recibo todos los delegados. En Carolina del Sur, llevo ventaja de 30 a 50 puntos", indicaba el expresidente. 

Unas declaraciones no exentas de polémica y que ejemplifican el duelo de estilos entre ambos adversarios: el apodo 'Birdbrain', cerebro de pájaro, fue utilizado por primera vez por el magnate norteamericano después de ser criticado por su papel en el asalto al Capitolio en enero de 2021: "Haley tiene un cerebro de pájaro y es una globalista. Le gusta el mundo. A mí me gusta Estados Unidos primero”, reprochaba el neoyorquino haciendo uso de su particular y aguerrido uso de la insidia como forma de hacer política. 

Frente a él, Haley, de ideología fuertemente conservadora, se presenta como una candidata más pragmática y alejada del atrabiliario estilo de su adversario. La otrora embajadora en la ONU defiende una política con reducción en los agravios, más comunicativa y alejada de las teorías conspirativas que Trump ha convertido en señal de identidad. Además, la de Carolina del Sur presenta varios matices respecto al expresidente en cuestiones de índole social como el aborto, la inmigración o las guerras culturales del país. Una madre de dos hijos y raíces hindús, como le gusta presentarse, que tendrá que remar mucho para revertir la posición de partida que acerca al neoyorquino a la reelección, al 'Make America Great Again', al reparto de gorras de béisbol frente a la Trump Tower. 

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