La Unión Europea prepara a contrarreloj y buscando el quórum de todos sus miembros un plan de “emergencia” con el que paliar la histórica subida de los precios de la energía. Será el próximo 9 de septiembre cuando los ministros del ramo de todos los países miembros debatan y analicen una serie de opciones en las que, por el momento, y a tenor de las primeras quinielas, España se sitúa como referente estratégico al que imitar.

Al margen de la capacidad de regasificación que atesora nuestro país, con el 30% de las plantas capacitadas para ello de toda Europa, las medidas adoptadas por el Gobierno han contado con el beneplácito de sus homólogos. Nuestro país fue el primero en indicar que el ahorro energético pasaba por reducir la intensidad del aire acondicionado y la calefacción, además de apagar los escaparates y edificios públicos siempre que su iluminación no fuese indispensable. Pese al rechazo que estas medidas tuvieron entre la derecha española, que las consideró “frívolas” e insuficientes, países como Alemania, Italia o Francia también han cimentado su propio plan de contingencia con estas actitudes como primera piedra en el camino.

Esto ha permitido al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, exhibir músculo en Europa y posicionarse como uno de los mayores estandartes en la toma de decisión de los últimos tiempos. Una especie de triunvirato, compartido con el canciller Olaf Scholz y el presidente Emmanuel Macron, del que ahora depende la puesta en marcha del proyecto del Midcat, con una conexión hispano-alemana pasando por Francia a la que el país galo ha sido reacio hasta que la presión ha derivado en la promesa de “examinar” sus pormenores.

La presión de Sánchez y Scholz

Fue este mismo martes cuando el ministro de Energía de Francia, Bruno Le Maire, reculó y advirtió que si la petición venía de dos “presidentes amigos como Sánchez y Scholz” su país la estudiaría y examinaría con intensidad. De esta forma, Francia levantaba un veto que había sido impuesto por el propio Macron, quien, cada vez que ha sido preguntado sobre el Midcat, ha indicado que esta infraestructura sería demasiado costosa y tendría unos plazos demasiado elevados para resolver con la premura necesaria la crisis de suministro que experimenta Alemania por su gran dependencia del gas ruso.

Sin embargo, España, Alemania y Bruselas creen que esta operación es necesaria tanto a corto como a medio plazo. Sánchez ha insistido en que en el largo plazo serviría para suministrar hidrógeno verde, algo que a lo Scholz también ha hecho referencia con cierta asiduidad. Este mismo martes, ambos mandatarios, máximos estandartes de la socialdemocracia europea, se reunían en el Palacio de Meseberg, a unos 70 kilómetros de Berlín, forzando la posterior réplica del Gobierno francés y la esperanza de que, finalmente, el pirineo se convierta en enlace de suministro energético. La otra opción, conectar ambos países vía marítima por Italia, empieza a quedar por ende descartada mientras dure el “examen” prometido por Francia: “Si no puede ser el plan A, será el B”, insiste, pese a todo, el presidente del Gobierno.

La excepción ibérica, ¿una excepción europea?

No fue una negociación fácil. De hecho, en España sigue generando debate, con un PP que considera que el desacoplamiento del gas sobre la factura eléctrica solo está repercutiendo en un financiamiento a precio reducido de la energía para Francia, pero, al igual que el plan de ahorro energético, en Bruselas han acabado por aplaudir una medida a la que muchas miran con envidia.

Vistas las consecuencias, con un precio del megavatio/hora más reducido que el de nuestros vecinos, España buscará que la excepción ibérica se convierta en norma europea. Por el momento, cuenta con el aval mayoritario, y está cerca de convertirse en una realidad. “Es una necesidad”, aseguran desde Moncloa. Los mismos términos son utilizados por países como Francia o Alemania.

Al Ejecutivo no se le olvida lo complicadas que fueron las negociaciones para que España y Portugal fuesen declaradas algo así como islas energéticas. El propio Sánchez tuvo que ausentarse de la cumbre europea en el que finalmente se resolvería la excepción, después de filtraciones a la prensa que no hicieron ninguna gracia al presidente: “Voy a airearme”, dijo entonces el presiente, dando un portazo que cambiaría en apenas media hora el tono del dialogo.

“Sánchez ha defendido a la perfección las necesidades de su país”, ha reconocido Olaf Scholz. Los fondos europeos y el plan energético le avalan. Ahora, con Europa abocada a una crisis fruto del incremento desmesurado de la energía, España vuelve a tomar la palabra.