El Parlamento británico cerrará sus puertas a cal y canto. Así lo ha decidido la reina Isabel II, que ayer refrendó la petición del primer ministro, Boris Johnson, de paralizar temporalmente la Cámara de los Comunes durante cinco semanas -entre el 9 de septiembre y el 14 de octubre-, en lugar de tres, como estaba previsto, para acudir a las reuniones anuales de los partidos.

No vamos a esperar hasta el 31 de octubre antes de ponernos con nuestros planes para sacar adelante a este país”, afirmaba Johnson. El líder de los tories, fija esta fecha, reduciendo al mínimo el margen de tiempo a la oposición para tramitar las iniciativas que bloqueen la salida de la Unión Europea y, específicamente, lo que se ha denominado como “Brexit duro”, antes el 31 de octubre. De hecho, en su carta dirigida a la Cámara, el Primer Ministro hace referencia al Consejo Europeo que tendrá lugar los días 17 y 18 de octubre, en el que se debatirá acerca del divorcio de Europa. Durante los días 21 y 22, los diputados votarán. “Si consigo pactar un nuevo acuerdo con la UE, el Parlamento tendrá entonces la oportunidad de aprobar la ley necesaria para la ratificación del mismo antes del 31 de octubre”, asegura.

De esta forma, Reino Unido se precipita a una crisis política sin precedentes que ya impacta en los mercados económicos y financieros. Tras el refrendo de la Reina a la petición de Johnson, la libra esterlina se desplomaba ayer llegando a perder un 0,89 por ciento de su valor respecto al euro durante las primeras horas de la tarde, aunque consiguió remontar un 0,49% (1,1029 euros), cifra que la sitúa por debajo de su cotización antes del anuncio de Johnson.  Únicamente el Ibex y el FTSE británico consiguieron mantener el tipo y finalizar la jornada en positivo.

Hacia la crisis económica

Johnson, decidido a romper lazos con la Unión Europea, podría conducir al país a un escenario de recesión, especialmente si se llevara a cabo una salida de la Unión Europea sin acuerdo. En este caso, los activos financieros ubicados en el mercado único comunitario se verían obligados a migrar de sus sedes en la City, el motor financiero de Europa.

Además, los últimos datos reflejan que la economía británica continúa en una senda de decadencia: se contrajo en el segundo trimestre por primera vez en siete años. En este mismo periodo se produjo un descenso de la producción, agravada en el sector automovilístico, y el estancamiento del sector servicios. La tasa de paro ha incrementado hasta el 3,9%, cifra récord en dos años y, de producirse un Brexit duro, el incremento de controles aduaneros podría interrumpir el flujo del comercio con los países de la Unión, por ejemplo, el de medicamentos. Sin embargo, esto no parece preocupar al líder tory, que ha encontrado a su mejor socio al otro lado del charco. "Vamos a preparar un gran acuerdo comercial con Reino Unido que esperamos cerrar rápidamente" afirmó Donald Trump, durante la cumbre del G7 en Biarritz y ayer, a primera hora de la tarde, el presidente estadounidense mostraba su apoyo al primer ministro a través de Twitter: “Boris es exactamente lo que el Reino Unido ha estado buscando”.

Reino Unido da la espalda a Johnson

Lo cierto es que, en cuestión de horas, una petición popular en contra de la clausura del Parlamento británico consiguió reunir más de medio millón de firmas, es decir, cinco veces más que el umbral necesario para ser debatida en la Cámara de los Comunes.

Mientras tanto, es la oposición quien intenta frenar el avance de los acólitos del Brexit. El líder del partido Laborista, Jeremy Corbyn, solicitó apoyo a cerca de 120 tories e independientes para frenar lo que considera un acto “profundamente antidemocrático”. Por su parte, John Bercow, presidente de la Cámara, tildó de “aberración constitucional” la decisión del primer ministro.

Durante el día de hoy se espera que sea el Tribunal de Sesiones de Edimburgo el que se pronuncie acerca de la legalidad sobre el cierre del Parlamento británico, mientras las bolsas tiemblan ante un nuevo desplome.