En una declaración emitida este sábado, el presidente ruso Vladimir Putin ha confirmado la detención de los cuatro individuos responsables del devastador ataque terrorista en el Crocus City Hall de Moscú, que resultó en al menos 115 fallecidos y más de 100 heridos. El ataque, que tuvo lugar el viernes, es el más letal en la capital desde el incidente del teatro Dubrovka en 2002.

En un mensaje de video difundido por el sitio web del Kremlin, Putin condenó el ataque como un "acto terrorista sangriento y bárbaro" y elogió la rápida respuesta de las fuerzas de seguridad, los servicios de emergencia y los civiles que prestaron ayuda. Anunció que el domingo 24 de marzo será un día de luto nacional y prometió "medidas antiterroristas y antisabotaje adicionales".

Aunque el Estado Islámico ha reivindicado la autoría del ataque, Putin no mencionó al grupo en su discurso. En cambio, señaló que los sospechosos fueron capturados cerca de la frontera ucraniana, donde supuestamente se les había preparado una ruta de escape.

"La situación ahora mismo es muy difícil"

El gobernador de la región de Moscú, Andrei Vorobiov, advirtió que el número de víctimas mortales podría aumentar a medida que continúan las labores de rescate en el pabellón incendiado. Actualmente, 80 personas permanecen hospitalizadas. "La situación ahora mismo es muy difícil", ha indicado Vorobiov tras la visita que ha efectuado a un centro de atención levantado esta madrugada para atender a los supervivientes y a sus familiares mientras más de 700 efectivos, repartidos en 213 equipos, siguen con las tareas de búsqueda y salvamento.

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El ataque se produce en medio de la guerra de Rusia contra Ucrania, lo que ha influido en la dirección de la investigación. El FSB informó a Putin sobre la detención de once individuos, incluidos los cuatro principales sospechosos, en una operación conjunta con el regimiento checheno Ajmat en la región de Briansk.

Los sospechosos fueron interceptados en un Renault Symbol blanco, el mismo vehículo que, según informes, utilizaron para llegar al lugar del ataque. Testigos describen cómo los atacantes, armados con carabinas semiautomáticas Saiga, abrieron fuego contra los asistentes a un concierto del grupo de rock Piknik, matando a los guardias de seguridad desarmados en la entrada.

Las imágenes de la investigación muestran a los atacantes usando cargadores dobles unidos con cinta adhesiva para recargar rápidamente. En la sala principal, abrieron fuego causando pánico y una estampida. El tiroteo duró de 10 a 15 minutos, tras lo cual incendiaron el lugar y se mezclaron con la multitud en fuga.

Los cuatro detenidos portaban pasaportes tayikos, y se investiga su conexión con el Estado Islámico, que reivindicó el ataque. El FSB sigue una pista hacia Ucrania, donde los sospechosos tenían "contactos relevantes". Putin mencionó una "ventana" de entrada desde Ucrania, pero no acusó directamente a sus autoridades.

Kiev niega cualquier implicación, y Tayikistán pide cautela hasta confirmar la nacionalidad de los sospechosos. Dos tayikos señalados por medios rusos fueron exonerados por su gobierno, que confirmó su presencia en Tayikistán durante el ataque.

Avisos

También durante las últimas horas el Gobierno ruso ha tenido que salir al paso de las críticas después de que Estados Unidos avisara a principios de mes de un posible atentado terrorista en Rusia; una declaración que fue respondida por el propio Putin quien describió la alerta como un "comportamiento francamente provocador" por parte de responsables occidentales.

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"A mí todo esto me parece un chantaje, directamente, que tiene la intención de desestabilizar a nuestra sociedad", declaró sobre el aviso publicado el 7 de marzo por la Embajada de EEUU en Moscú sobre un posible "ataque extremista inminente contra grandes eventos en la ciudad, conciertos incluidos".

Mientras la portavoz de Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, denunciaba que Estados Unidos no había compartido con el Kremlin información específica al respecto, la representante ante los medios del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, Adrienne Watson, ha asegurado que las agencias de Inteligencia norteamericanas sí que proporcionaron datos específicos a las autoridades rusas "siguiendo la tradicional política del 'deber de avisar'".

El sangriento ataque del viernes remite por ahora a una era casi olvidada por la guerra de Ucrania y la consolidación de Putin en el poder, cuando los atentados suicidas, atribuidos en su mayoría a islamistas de Rusia o de sus vecinos, mataban a decenas de personas en el país como represalia de lo que denunciaban como políticas "antimusulmanas" del Kremlin.

La toma de una escuela en Beslan, en el sur del país, provocó más de 330 muertes, muchas de ellos niños, en 2004. En 2010, dos ataques suicidas en estaciones de metro de Moscú mataron al menos a 40 personas, mientras que un atentado suicida mató a 16, incluido el atacante, en el metro de San Petersburgo en 2017.

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