Unas 65.000 personas han entrado en la basílica de San Pedro del Vaticano para rendir su último homenaje a Benedicto XVI, cuyos restos mortales están situados justo delante del monumental baldaquino, obra del italiano Gian Lorenzo Bernini.

Según ha informado la gendarmería del Vaticano, desde las 9:00 y hasta las 19:00 horas de este lunes 2 de enero, en estas diez primeras horas en las que ha estado abierta la capilla ardiente, miles de personas han acudido a despedirse del papa emérito. Este martes y miércoles, la basílica estará abierta durante doce horas, de 7:00 a 19:00 horas.

La Prefectura de Roma, que ha desplegado un dispositivo de seguridad con más de 1.000 agentes patrullando las calles, había previsto en un principio que serían cerca de 35.000 las personas que cada día fueran a despedir al Papa emérito. Se calcula que son 20 segundos lo que cada persona puede estar ante el difunto Benedicto XVI, que descansa sobre un catafalco, cubierto por una tela de terciopelo rojo y sostenido por dos almohadillas, con una casulla roja y lleva en la cabeza una mitra blanca adornada. Además, en sus manos entrelaza un rosario en sus manos.

El cuerpo de Benedicto XVI fue trasladado de manera privada a las 07,00 horas de la mañana desde el monasterio Mater Ecclesiae hasta la basílica de San Pedro, donde estuvo acompañado en las primeras horas por el arzobispo Georg Ganswein, su fiel secretario personal, y por las cuatro Memores Domini, las religiosas del movimiento Comunión y Liberación que le han atendido estos últimos años de vida. Su secretario personal fue el que iba recibiendo el pésame de las autoridades eclesiásticas y políticas que acudieron a los primeros momentos de la capilla ardiente.

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, fueron de los primeros en despedir los restos mortales de Benedicto XVI que han podido entrar a la basílica del papa emérito, ya que han podido entrar antes incluso de las 9:00 horas, cuando se ha abierto sus puertas al público.

Aunque las colas, bastante bien organizadas, se han mantenido durante todo el día y se espera que sean varias decenas de miles los fieles que acudan hasta el miércoles a la basílica vaticana para despedirse del papa Ratzinger, la situación no tiene nada que ver con la realidad que se vivió en 2005, cuando falleció su antecesor en el solio pontificio, Juan Pablo II. En aquel momento, más de dos millones de personas acudieron a su capilla ardiente.

Los restos mortales de Benedicto XVI ocuparán la tumba de Juan Pablo II

Cabe destacar que los restos mortales del Papa emérito descansarán en la tumba de su antecesor, San Juan Pablo II, en las grutas vaticanas bajo la basílica de San Pedro, junto a otros Pontífices.

En 2011, tras haber sido proclamado beato, el cuerpo de san Juan Pablo II fue trasladado desde la tumba que ahora ocupará el papa emérito hasta la superficie de la basílica de San Pedro, a una capilla para permitir una mayor afluencia de fieles. Desde entonces, los restos mortales del Papa polaco reposan en la capilla de San Sebastián, que se encuentra en la parte derecha, entrando a la basílica de San Pedro, entre la que acoge a la 'Piedad', de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo.

Representación española en el funeral

La reina Sofía, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, serán las autoridades españolas que acudirán el próximo jueves 5 de enero al funeral del papa emérito Benedicto XVI, según han confirmado a Europa Press fuentes de Moncloa.

La ceremonia, presidida por el Papa Francisco, será inédita, y en ella solo habrá dos delegaciones oficiales, las de Italia y Alemania. El resto de autoridades que deseen acudir, lo hacen a título personal.

Además, al menos media docena de obispos españoles acudirán al funeral y diferentes diócesis celebrarán misas esta semana en recuerdo del Papa emérito, como el cardenal arzobispo emérito de Valladolid, Ricardo Blázquez, que fue presidente de la Conferencia Episcopal Española; además del obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, y el arzobispo de Mérida-Badajoz, Celso Morga, entre otros.