Ya ha pasado más de un año desde que Pedro Sánchez diera por zanjado el inmovilismo de España en el conflicto saharaui y adoptase una determinación alejada de las posturas de sus predecesores: sin previo aviso, a través de una secreta carta remitida a Mohamed VI, el líder del Ejecutivo cedía el Sáhara Occidental a Marruecos aceptando su plan de autonomía como “la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”. De un plumazo. Con nocturnidad y alevosía. En un momento en el que ni siquiera el argumento de la real politik consiguió aplacar las críticas de los socios: sí, es cierto, nos estaban extorsionando con la migración; pero ¿de verdad era tan grave como para renunciar a tu posición estratégica, ir en contra de lo mandatado por la ONU, abrir una guerra con tus socios y presentarte en Europa con las manos atadas por un país chantajista cuya política exterior se rige por la malversación fronteriza? Y todo esto con España posicionándose como epicentro de las exportaciones de gas a Europa mientras dinamitaba puentes con Argelia. ¿Por qué? ¿Por qué después de 47 años de silencio y posición intermedia?

“La estrategia exterior la marca el presidente”, suelen recordar en los foros de Moncloa los diferentes ministros y asesores cuando son preguntados por las tiranteces internas entre socios de Gobierno. El Sáhara no ha sido el único conflicto que ha dividido a PSOE y Unidas Podemos -armamento a Ucrania, devoluciones en caliente o gasto en Defensa son algunas de las polémicas más recientes de un equipo que arrancó andadura acogiendo al Aquarius y dando un golpe humanitario sobre la mesa-. El Sáhara, decíamos, no ha sido el único, pero, probablemente, sí el más cuestionado.

A esta cesión ante las exigencias marroquíes les han seguido otras tantas: el PSOE europeo votó en contra de investigar las lesiones a los Derechos Humanos de Rabat en Bruselas, el socialismo español se opuso a conceder la nacionalidad a los saharauis nacidos antes de 1976 y la Reunión de Alto Nivel fue muy criticada por la falta de presencia del monarca alauí. Al margen, y siguiendo con una relación que desde el Gobierno consideran positiva y vital por una cuestión de cercanía, esta última semana hemos conocido que Marruecos se suma a la candidatura para ser sede del Mundial que preparaban conjuntamente España y Portugal, además de que el Instituto Cervantes contará con una ampliación en El Aaiún. La teoría del colchón de intereses como paradigma de la diplomacia.

Cuando a Ferraz se le pregunta por esta controversia, su respuesta es dura, áspera, cortante: “Sobre este tema tanto el gobierno como el PSOE hemos dicho todo en los últimos meses, y hay poco que añadir”, indican fuentes socialistas consultadas por ElPlural.com. Real politik.

La presión de los socios

Menos triunfalistas y satisfechos con las explicaciones otorgadas se muestran tanto los socios como la oposición: “El Congreso de los Diputados ratifica su apoyo a las resoluciones de la ONU a la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), en el convencimiento de que solo el diálogo, la negociación y el acuerdo llevado a cabo de buena fe y de manera constructiva, conforme al Derecho Internacional, ayudarán a alcanzar una solución política justa, realista, viable, duradera y aceptable por ambas partes”, exponen Unidas Podemos, ERC y EH Bildu en una PNL presentada el día 25 de marzo de 2022, pocos días después del volantazo estratégico adoptado por Sánchez. Los tres grupos, consultados para la elaboración de la noticia, indican que su posición no ha variado desde entonces.

En la exposición de motivos de esta PNL, además, se hace mención expresa a que esta decisión se tomó “sin haberla consultado ni compartido con ninguno de los grupos políticos del Congreso de los Diputados y contraviniendo el consenso mayoritario de la cámara”. Y, efectivamente, tienen razón. La opinión mayoritaria de la Cámara Baja está en contra de esta cesión de autonomía de la que fuera la provincia número 53 del Estado español. Recuerden: “La política exterior la marca el presidente”.

Joan Baldoví, consultado por este periódico, insiste en la idea expresada por el resto de la izquierda parlamentaria: “En el caso del Sáhara ningún partido fuera del propio Sánchez ha entendido este cambio de posición. Para los valencianos, esta decisión fue nefasta y negativa. Primero porque se incumplió el mandato de la ONU; y, en segundo lugar, porque esta decisión ha tenido devastadores efectos para la industria que exportaba productos a Argelia e importaba gas argelino. Es una mala decisión en todos los sentidos”, expone en declaraciones a ElPlural.com.

Y no le falta razón al líder de Compromís. España ha pasado de ser el segundo cliente energético de Argelia, solo por detrás de Italia, según cifras de la ONU, a ver como la compraventa de ida y vuelta se ve deteriorada por una motivación eminentemente política. En este reequilibrio del tablero, los números hablan: mientras las exportaciones a Argelia han caído cerca de un 50% en un año, según especifican los datos de la Secretaría de Estado de Comercio y la Oficina Económica y Comercial de España en Argel, las ventas a Marruecos ascienden más de un 23% en el mismo periodo de tiempo y las rúbricas de planes conjuntos se hacen más comunes tras años de fría solemnidad.

Pegasus, EEUU y la guerra como única salida

Tesh Sidi nació en Tinduf, vino con 7 años a Alicante de la mano de una familia de acogida y, hoy, es activista, experta en big data y reciente fichaje de la candidatura de Mónica García. Le gusta decir que los saharauis nacen mayores, curtidos, con las manos trabajadas. Su postura es clara: “La neutralidad no tiene perdón”.

Han sido muchos años de diplomacia, de espera. Un referéndum mandatado por Naciones Unidas que siempre ha acabado en el desagüe por el que se pierden aquellos conflictos en los que se gana menos de lo que se pierde. La teoría del colchón de intereses. “Yo misma estaba en la sede de Ferraz con las juventudes socialistas cuando se conoció la noticia. Nos pareció una barbaridad”, prosigue Sidi.

Sobre cómo afectó la misiva de Pedro Sánchez a la comunidad saharaui, la dirigente de Más Madrid se detiene en la reflexión y diferencia entre dos tipos de saharaui: “Está el saharaui que está en la diáspora, para el que ha sido una enorme decepción por la enorme cantidad de niños que son acogidos y la fuerza de una sociedad civil involucrada como es la española; el saharaui de campamento, el que resiste, el que se deja la piel, no le da tanta importancia porque la hartura viene de antes y saben que la única solución es la guerra”.

Para Sidi, las causas son dispares, imposibles de resumir: desde la presión de EEUU, con un Donald Trump vengativo que hizo de su confrontación con el senador Inhofe el cultivo para reconocer el plan de autonomía marroquí como “la base más seria, realista y creíble” (¿les suena?) para resolver el conflicto hasta Pegasus: “España ha sido conocido por esa falsa neutralidad que favorece muy poco al Sáhara, beneficiando al ocupante. Pero no podemos ser ilusos y no entender que existe una política de Estado, que Marruecos es un gran aliado… ¿pero qué tiene Marruecos de Pedro Sánchez?”, se pregunta la activista, en referencia al espionaje que presuntamente realizó Marruecos a miembros del Ejecutivo. “El terrorismo y la inmigración dan mucho miedo. El Gobierno de Sánchez hereda una mala relación, pero hay que detenerse y esperar a que se desvele qué material consiguió Marruecos con el espionaje. Mohamed VI quiere anexionarse el Sáhara Occidental. Su hijo irá a por Ceuta y Melilla”, sentencia.

Sobre Sánchez, en concreto, la activista indica que es de sobra conocida la imagen exterior que pretende proyectar el presidente. “Sánchez busca constituirse como el líder que arregló las relaciones con Marruecos. Pero esto es peligroso: al margen de comprar el discurso estadounidense, siempre habrá activistas denunciando lo que hace Marruecos. Sánchez pasará a la historia no solo como el hombre que desenterró a Franco sino como el presidente que fue a ponerle flores a otro dictador”.

El Sáhara, hasta en la moción

 La derecha, en esta ocasión, se muestra del lado del escepticismo y la búsqueda de información requerida por los socios de investidura del presidente: las menciones a este tema han sido constantes, con un PP volcado en primera instancia en reclamar comparecencias de Sánchez y algo más moderado en este último mes y medio, sabedores de que si finalmente sus perspectivas electorales fructifican y Feijóo llega a La Moncloa las relaciones con Marruecos deben ser cordiales.

Insisten en sus críticas desde Vox. Incluso Ramón Tamames, candidato en la moción ultra que arranca este martes, hará mención expresa durante su intervención en el hemiciclo, tal y como se puede leer en el discurso filtrado y preparado con mimo durante dos meses por el profesor y economista: “El tema del Sáhara Occidental sigue siendo un problema a resolver después de la inexplicada renuncia de usted mismo, señor Sánchez, ante Marruecos, sin ninguna base legal, cambiando la política española comprometida en las Naciones Unidas en la idea de un referéndum. Con toda clase de consecuencias, especialmente negativas en el caso de Argelia, y sin más explicación por su parte. Todo más que enigmático. ¿Sabremos algún día lo que realmente pasa, Sr. Sánchez?”. Una duda compartida. Una duda razonable. Recuerden: “Sobre este tema tanto el gobierno como el PSOE hemos dicho todo en los últimos meses, y hay poco que añadir”.