"No voy a participar en un Gobierno bajo cuyo mandato la Policía está golpeando al pueblo". Eso anunció ante el Parlamento el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, y cumpliendo su palabra dimitió él y forzó la dimisión de todo su Ejecutivo. A lo que se refería el jefe del Gobierno era a la represión que se había producido contra los miles de manifestantes, que en diversas ciudades habían menudeado desde que a principios de año se aumentó el precio de las tarifas eléctricas un 13%.

 

Las protestas se iniciaron por las subidas eléctricas, pero respondían al enfado popular por las corruptelas políticas y los recortes. Foto EFE



Un salario medio de 350 euros, subidas de precios y recortes generalizados
En los disturbios se habían producido unas pocas decenas de detenciones y una decena de heridos entre la población y la policía. Cifras que no parecen muy elevadas, pero que llevaron a Borisov a ceder. Lo cierto es que la crisis estaba provocando una situación cada vez más difícil en la vida diaria de los búlgaros, el país más pobre de la Unión Europea.

En Bulgaria el salario medio mensual es de unos 350 euros, y su salario mínimo de 155. Y como en otros países, aunque en estos otros no dimiten ni los Presidentes ni los Gobiernos, los altos índices de corrupción y la crisis económica han llevado a fuertes ajustes, como esta subida de las tarifas eléctricas. En respuesta, la población estaba protagonizando manifestaciones que los dos últimos días, en especial Sofía, la capital, se habían tornado crecientemente violentas.

Multas contra las compañías eléctricas
El primer ministro, Borisov, había ofrecido en primer lugar a la gente la cabeza del ministro de Finanzas, y había anunciado multas a la compañías eléctricas de distribución, incluso la retirada de la licencia a una de ellas, pero los búlgaros continuaron con sus protestas que ya habían se habían extendido desde la causa inicial, la subida eléctrica, e incluían también a los recortes y los ajustes que ahogan su vida diaria.