Este martes, en un paso significativo hacia la normalización de las relaciones bilaterales, las delegaciones de Armenia y Turquía se reunirán en su frontera común. Este encuentro, que tiene lugar en un contexto de tensiones históricas exacerbadas por el apoyo de Ankara a Azerbaiyán en el conflicto de Nagorno Karabaj, representa la quinta reunión de representantes especiales de ambos países. Según Ani Badalián, portavoz de prensa del Ministerio de Exteriores armenio, "La quinta reunión de representantes especiales se llevará a cabo el 30 de julio en la frontera entre Armenia y Turquía".

Desde diciembre de 2021, cuando comenzaron estas conversaciones, se han realizado esfuerzos significativos para reconstruir la confianza. La última reunión, que tuvo lugar en julio de 2022 en Viena, culminó con el acuerdo de reabrir el cruce fronterizo para ciudadanos de terceros países, un gesto que subraya el progreso gradual en las negociaciones.

La apertura de fronteras y la ayuda humanitaria tras los terremotos

La importancia de la apertura de la frontera se hizo especialmente evidente tras los devastadores terremotos de febrero, que afectaron tanto a provincias turcas como a Siria. En respuesta a la crisis, se facilitó un paso fronterizo con Armenia para agilizar la entrega de ayuda humanitaria. Este acto no solo alivió la situación de emergencia sino que también sirvió como un puente simbólico entre las dos naciones, que cerraron su frontera común en 1993 debido a enfrentamientos entre Armenia y miembros de la etnia túrquica en Azerbaiyán.

Aunque los contactos diplomáticos se restablecieron en 2021, con promesas de avanzar hacia la reapertura total de la frontera, las relaciones entre Armenia y Turquía han estado tensionadas por múltiples factores. El apoyo de Turquía a Azerbaiyán durante el conflicto en la región de Nagorno Karabaj y la negativa de Ankara a reconocer el genocidio armenio son puntos críticos que han dificultado las relaciones.

Turquía, por su parte, reconoce que ocurrieron masacres de civiles armenios, pero rechaza la categorización de estos hechos como genocidio. Argumenta que las muertes no fueron el resultado de un plan de exterminio masivo por parte del antiguo Imperio Otomano. Este desacuerdo histórico sigue siendo un obstáculo significativo en el camino hacia la normalización completa de las relaciones diplomáticas entre los dos países.