Joe Biden se cansa de Netanyahu. La relación entre el presidente de Estados Unidos y el primer ministro de Israel se tensa a causa de la guerra. Un vínculo de muchos años que está a punto de truncarse, pese a que la Casa Blanca mantiene intacto su apoyo a la ofensiva israelí frente a Hamás. El respaldo de Biden, sin embargo, no implica que crezca su frustración ante las decisiones de su homólogo en el conflicto con Palestina. De hecho, siente que Netanyahu “le hace pasar un infierno” cada vez que se le plantea la posibilidad de firmar una tregua en la Franja de Gaza o una modificación táctica en su lucha ante el grupo integrista.

Según ha desvelado la cadena estadounidense NBC, citando a fuentes autorizadas del entorno del presidente, Biden incluso ha llegado a calificar a Netanyahu como asshole (imécil o gilipollas en inglés). Ambos guardan una estrecha relación, forjada a través de muchos años, pero ello no impide que el hartazgo tome el control del máximo mandatario de Estados Unidos, especialmente cuando le traslada a su socio algún retoque táctico en la lucha frente a Hamás o, simplemente, al plantear la vía de la paz en la región. “Bibi, te quiero pero no estoy de acuerdo con nada de lo que dices”, llegó a escribir Biden en una fotografía junto a su homólogo tomada varias décadas atrás.

Biden y Netanyahu comparten el objetivo de “acabar con Hamás” con el fin de evitar “una nueva matanza como la del 7 de octubre”. Sin embargo, les distancia la forma y el calendario, así como el día después en Gaza y en el conflicto con los palestinos. Estados Unidos no ha cambiado en absoluto su postura sobre el conflicto. Acentúa su envío de armas a su aliado en la región. Sin embargo, ya no esconde su sentimiento de impaciencia tras 131 días de guerra. Así lo desvela The Washington Post, que expone que Biden y sus aliados están cada vez más cerca de romper con el primer ministro israelí.

En la Casa Blanca, según esta información, han dejado de ver a Netanyahu como un “interlocutor productivo” al que influir en el ámbito privado. De hecho, varios asesores del presidente de Estados Unidos le han aconsejado que exhiba una posición más crítica con el primer ministro israelí en público. Ya hubo un síntoma en este sentido, cuando Biden, uno de los presidentes más cercanos a Israel en la historia del país, calificara la réplica militar de sus aliados a Hamás como “exagerada”. El conflicto arroja, por su parte, un multitud de frentes abiertos para Estados Unidos, con los hutíes en Yemen o el Consejo de la ONU, así como Irán y el resto de milicias que cercan a Israel.

Entre tanto, Netanyahu centraliza su agenda en la “victoria total” sobre Hamás, concepto que se ha convertido en mantra para el premier israelí y postura que confronta con su homólogo estadounidense, que insiste en presionar a su aliado para alcanzar la tregua.

Netanyahu ultima la operación terrestre en Rafah, alegando que no puede acabar con Hamás sin desmantelar hasta el último feudo del grupo integrista en la Franja de Gaza. Este prisma ha aumentado las discrepancias con Biden, que rechaza un ataque en una zona donde malvive un millón y medio de habitantes, siendo en su mayoría desplazados de otras zonas en busca de refugio. De hecho, el estadounidense le reclamó un plan para proteger a los civiles en caso de amplificar el ataque, a lo que su principal aliado replicó con un compromiso a garantizar “pasos seguros”. No obstante, este plan no seduce a la Casa Blanca.

Biden aspira a controlar una eventual y reformada Autoridad Palestina en Gaza, reactivando la opción de dar viabilidad a un Estado palestino y estrechar lazos entre Israel y Arabia Saudí. Pero Netanyahu tiene otros planes, dado que considera que no es el momento para pensar en el futuro mientras la oposición le advierte de que la vía militar debe coronarse con un plan político y diplomático.

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