El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, aterrizó en la noche del lunes en Qatar. Allí comienza una gira de dos días con su homólogo catarí, para después hacer lo propio en Arabia Saudí y Emiratos Árabes. El viaje del jefe de la diplomacia española tiene como fin acercar posturas con el objetivo de frenar la escalada del conflicto en Oriente Próximo y tomar la temperatura de cara a una futura paz entre Israel y Palestina. La postura de Moncloa es clara al respecto y desde el minuto cero se ha focalizado la acción exterior en liderar la mediación en el conflicto en la Franja de Gaza.

Albares coincidirá en la región con su homólogo estadounidense, Anthony Blinken. El secretario de Estado de Estados Unidos comenzó el lunes una nueva gira con el mismo objetivo que el titular de Exteriores español. Es prioridad buscar la tregua en Oriente Próximo, aunque su viaje se enmarca en un contexto de máxima tensión. Mientras la Casa Blanca no cesa en su advertencia de nuevas ofensivas contra milicias proiraníes en caso de ataque, Blinken ha iniciado una gira que ha arrancado en Arabia Saudí y que también le llevará a Egipto, Qatar, Israel y Cisjordania. La delegación española y la norteamericana coincidirán en la zona y también en el mensaje: un acuerdo de paz entre Israel y Hamás que desemboque en un futuro alto al fuego definitivo.

De tal modo, España, con Albares a la cabeza, pugna por liderar la intermediación en el conflicto. Lo hace desde el pasado 7 de octubre, evidenciando que la paz en la Franja de Gaza es uno de los objetivos de la legislatura para el jefe de la diplomacia española. Cuando se van a cumplir cuatro meses desde que Hamás atacara Israel con un atentado que provocó 1.200 muertos y una nueva escalada en el conflicto en la Franja, el titular de Exteriores redobla su apuesta por situar a España como nexo entre sendos territorios y constructor de una tregua definitiva.

Sánchez y Albares se han esforzado por repartir responsabilidades en un juego de equilibrios que al menos a una de las partes le ha costado asimilar. La narrativa de Moncloa ha pivotado sobre la unión de fuerzas para el cese de la violencia en la Franja de Gaza. De hecho, el jefe del Ejecutivo fue de los primeros en censurar ofensivas israelíes, provocando el desaire de la embajadora hebrea en España, Rodica Radian-Gordon, y su marcha del país durante poco más de un mes tras ser llamada a consultas. Pero ni el presidente ni el titular de Exteriores modularon lo más mínimo un discurso cuyo eje vertebrador era el “alto al fuego permanente”.

Narrativas y llamadas al orden aparte, el jefe de la diplomacia española garantizó la ayuda de las ONG españolas en Palestina mientras se reunía con la diplomática israelí o convocaba a los embajadores de diversos países árabes. Albares dejó patente la ambición del Ejecutivo de ser parte fundamental en la consecución de la paz en la región, dialogando con el presidente de la Liga Árabe. Entre tanto, hacía malabares para condenar los ataques de Hamás y pedir la liberación de rehenes judíos. Todo ello con el objetivo de “unir esfuerzos” para acabar con la guerra, reclamando un profundo respeto al derecho internacional humanitario.

A finales de ese mes de octubre, el jefe de la diplomacia española acuñó la necesidad de celebrar una conferencia de paz, liderando la reclamación de establecer dos Estados: el palestino y el israelí. Al discurso se abonó poco después la Unión Europea, pero también la Liga Árabe, a pesar del matiz que separa a ambos, que no es otro que la salida de Hamás de Gaza. Unas semanas después, Sánchez viajó a Egipto y al paso de Rafah, donde puso por primera vez en cuarentena las tácticas de Benjamin Netanyahu con arreglo al derecho internacional humanitario.

Gira y donación

El último paso de España en la carrera por ser potencia intermediadora llegó este mismo lunes; cuando el jefe de la diplomacia española anunció la donación de 3,5 millones de euros más a la Agencia de la ONU que trabaja con Refugiados Palestinos (UNRWA). Mensaje que abona la narrativa de Exteriores desde el estallido de la escalada en la Franja y en un contexto que presuntamente vinculaba a 12 miembros de la UNRWA con el ataque de Hamás el pasado 7 de octubre. Una veintena de países suspendió la ayuda, a excepción de España, que optó por redoblar su apoyo ante el riesgo de que las actividades humanitarias de la agencia en Gaza “se paralicen en pocas semanas”.

En este caldo de cultivo emulsiona el nuevo paso de Exteriores, que no es sino una gira por Oriente Próximo que le llevará a Qatar, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. El Ejecutivo continúa su estrategia para “promover soluciones” en la región con una segunda gira del ministro en dos semanas, después de los viajes a Líbano e Irak; dos países afectados por la escalada violenta en la zona tras el ataque de Hamás a Israel. En ese momento, Albares manifestó ya su deseo de visitar próximamente Israel, toda vez quedó zanjada la crisis diplomática. No obstante, también dejó patente su intención de desplazarse a Palestina cuando lo haga.

En cualquier caso, la primera parada será en Qatar; un país que el jefe de la diplomacia española considera “clave” en términos de mediación para construir un camino hacia la paz en Gaza. Su siguiente parada será Arabia Saudí, donde mantendrá un encuentro con su homólogo, Faisal bin Farhan al Saud, con el que abordará también la situación en la Franja. Además, trasladará los planes de España para instaurar la paz. La última etapa será en Abu Dabi, donde se reunirá con el titular de Exteriores emiratí para contrastar la acogida de las propuestas de Moncloa.

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