El líder de la oposición, Pablo Casado, ha hecho de Bruselas su particular as bajo la manga para materializar la insana obsesión que le domina: minar la imagen de España a nivel internacional y frenar al Gobierno de Pedro Sánchez. Una vez más -y van unas cuantas-, Casado ha amenazado al Ejecutivo con recurrir a Europa para cercar la derogación de la reforma laboral que tantas fricciones ha provocado entre PSOE y Unidas Podemos.

“Con la misma firmeza que algún miembro del Gobierno decía que la reforma laboral se va a derogar nosotros llegaremos hasta el final en las instituciones europeas para que la reforma laboral se mantenga”, ha afirmado el líder popular; quien además, ha insistido en la necesidad de que las reformar se trabajen con los agentes sociales, incluidos los empresarios; obviando que la actual normativa fue impuesta por el PP sin consenso alguno.

En los últimos meses, Casado ha hecho las veces de correveidile en Europa. Propuesta o iniciativa que no le gusta, propuesta o iniciativa que agita en la Unión Europea en busca de apoyo.

Bruselas, campo de maniobras contra Sánchez

A principios del mes de septiembre Casado asistió a una reunión con sus homólogos del Partido Popular Europeo (PPE) en Bruselas y se deshizo en reproches contra el Gobierno de España y su presidente. Alertó a toda la Unión Europea de la radicalidad de Sánchez y su presunta tendencia a quebrar la separación de poderes. Curiosa forma de impulsar la Marca España tiene el líder de la oposición, que no es la primera vez que desfila por el espacio comunitario echando sapos y culebras contra un Ejecutivo democráticamente elegido por un pueblo soberano.

"Estamos en Berlín, en Europa, ¿alguien me puede decir un Gobierno más radical que el de Sánchez? No hay ministros comunistas en ningún Gobierno de la UE después de la caída del Gobierno de Tsipras [Grecia]“, proclamó Casado ante sus colegas europeos. No se le puede acusar, eso sí, de ser incoherente para con el argumentario de su formación, pues la portavoz parlamentaria del Grupo Popular en el Congreso, Cuca Gamarra, firmó las mismas palabras en una rueda de prensa celebrada unos días antes: “El Gobierno de Sánchez es el más radical de toda Europa”.

Pero Casado no se limitó a acusar de radical a Sánchez. También le tildó de embustero. El líder popular lamentó que en los “corrillos” en los que estuvo presente en Berlín sus colegas le trasladaron su incredulidad, pues "no se creen que la vicepresidenta del Gobierno", Yolanda Díaz, haya "prometido derogar la reforma laboral" y se preguntan "cómo es posible" cuando Sánchez en Bruselas "ha dicho que va a hacer una reforma laboral más flexible”. “¿Van a cumplir con lo que prometen en Bruselas o lo que promete en Madrid? ¿Va a hacer reformas estructurales para que nos den fondos en Europa o va a hacer contrarreformas estructurales para que le den los votos los de Podemos, los de ERC y los de Bildu?", sepreguntó; sentenciando que "cuando se tienen dos caras y se miente en Bruselas y en España, la gente te acaba pillando”.

Minando la marca España

No es la primera vez, como decimos, que Casado se pasea vertiendo lindezas sobre el Gobierno de España. Famosa fue su desatinada estrategia de obstaculizar la llegada de los Fondos Europeos, necesarios para atajar la crisis económica provocada por la pandemia de coronavirus que fueron aprobados después de que Bruselas diera luz verde al Plan de Recuperación elaborado por el Ejecutivo español. Una excelente noticia que hubo quienes trataron de sabotear. Casado maniobró en no pocas ocasiones en Europa para impedirlo.

Célebres son ya las ilustres fotografías que Casado posteó en su cuenta oficial de Twitter el 29 de septiembre de 2020, cuando se reunió con los 27 embajadores de la Unión Europea en una cita nada habitual y en casa del emisario alemán: “Con los 27 embajadores de la UE he recordado mi propuesta ignorada por Sánchez de pactar el Plan de reformas y una agencia independiente para los fondos”, rezaba su tuit. En otras palabras, mientras España negociaba y se pactaban las condiciones de los fondos europeos y con el país en el punto de mira por los datos de contagios (por aquel entonces eran los más altos de la UE), el líder del PP optó por maniobrar contra Sánchez, poniendo en serio riesgo el paquete de ayudas. Casado agitó el fantasma de la desconfianza, cuestionando la gestión que harían los socialistas de los 140.000 millones que le corresponderían en los próximos tres años.

Era una cuestión nacional y era vital que existiera cierto consenso y unidad nacional para defender los intereses del país, pero el líder de la oposición escogió la opción de desgastar al Ejecutivo y torpedear los fondos. Finalmente no lo consiguió, pero no porque no se esforzara en ello.

Casado deslizó entre sus colegas europeos que España haría un uso fraudulento de las ayudas recibidas, aliándose con los denominados halcones de Europa, los cuatro grandes guardianes de la disciplina fiscal: Países Bajos, Suecia, Dinamarca y Austria. Junto a ellos, exigieron fuertes controles y condiciones al Fondo de Recuperación de los países del sur y, en consecuencia, maniobrando contra los intereses nacionales.