El expresidente de la Generalitat y exministro de Aznar, Eduardo Zaplana, tiene pocas salidas para evitar el banquillo. Por ello, ha encomendado la viabilidad del Caso Erial, donde es el principal imputado de una trama de corrupción de amaños de contratos públicos, a dos de los mayores corruptos de la historia de este país: el excomisario José Manuel Villarejo y el yonki del dinero, Marcos Benavent. Quiere que ambos declaren a su favor en Erial a la búsqueda de un segundo caso Naseiro.

El primero de los nombres en ristre, el del excomisario José Manuel Villarejo, hizo una especie de defensa extraña del exministro dentro de la comisión del Congreso de los Diputados que investiga el caso kitchen. Una defensa que no tiene ni pies ni cabeza, sobre todo si se tienen en cuenta las fechas y lo que dijo sobre Zaplana, tal y como informó este periódico. Es más, da la sensación de que Villarejo en connivencia con el PP, pues el diputado que preguntó es su amigo personal, lo único que busca es otro caso Naseiro, causa de corrupción de la que salió airoso por un tema procesal.

El segundo nombre en saltar a la palestra es el conocido como yonki del dinero, Marcos Benavent, uno de los principales imputados dentro del caso Taula, pero que hasta ahora estaba como colaborador de la Justicia aunque, tras saber que le piden ocho años de cárcel por la primera de las piezas que va a ir a juicio, no solo ha cambiado de letrado, sino que ha cambiado completamente su versión. 

Marcos Benavent se plantó esta semana pasada del magistrado instructor del caso Taula y dijo que había habido una especie de conspiración, la palabra exacta que utilizó fue “montaje”, contra Eduardo Zaplana. Hay que recordar que el caso Erial surge a raíz de unos papeles encontrados por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil que demostrarían que presuntamente el expresidente de la Generalitat habría amañado los contratos de las ITV y de los parques Eólicos de la Comunidad Valenciana. 

Marcos Benavent, en su intento de salvarse él y, de paso, a Zaplana, no midió sus palabras y metió la pata en esa declaración, pues aseguró que el montaje se produjo a posteriori de haber sido encontrados los papeles. Es decir, que lo que realmente le declaró Benavent fue que la Guardia Civil incautó los documentos con los que se abrió el caso Erial de una forma correcta. De hecho, lo dicho por Benavent va más allá de cualquier estrategia conocida, pues acusa a la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil de haber organizado un montaje con unos papeles que supuestamente, y según su propia declaración, se habían obtenido de una forma legal. 

Por el momento, la magistrada del caso no se ha pronunciado sobre si acepta la petición de declaración de Villarejo, aunque fuentes cercanas a la investigación explican que no es probable que admita la petición. Así pues, es de esperar que haga lo mismo una vez se formalice la petición sobre una segunda declaración como testigo de Marcos Benavent. Hay que recordar que, el yonki del dinero, validó no solo esos papeles, sino cómo accedió a ellos, a través de un hombre de origen sirio, ante la juez en su primera declaración.

Esto, a priori baladí, no lo es ni mucho menos, pues lo dicho por Villarejo en el Congreso, es que el citado sirio era un confidente del CNI, a las órdenes de su director Félix Sánz Roldán, y que, posiblemente, entregó esos papeles por orden del ministro del interior en 2011, Alfredo Pérez Rubalcaba. Unas declaraciones sin sentido, pues Rubalcaba era amigo íntimo de Zaplana y, además, el caso Taula, donde aparecieron los papeles, no se denunció hasta varios años después de perder el PSOE la Moncloa.