Alberto Núñez Feijóo ha sido designado este mismo martes como senador por designación autonómica. El líder del PP cumple así con los plazos prestablecidos tras la celebración del Congreso Nacional en el que fue elegido formalmente sucesor de Pablo Casado y empieza a perfilar sus ‘cara a cara’ con Pedro Sánchez en la Cámara Alta.

Entonces, y todavía con el subidón lógico de ser investido por aclamación, sin contrincante capaz de plantear batalla ni ruido que pudiese apagar su paseo triunfal en Sevilla, el dirigente gallego y líder de la oposición ya especulaba, en petit comité y en presagios aproximados, que “el mes de las flores” [en referencia a mayo] era una fecha lógica para apartarse de la Xunta, ser designado senador y realizar el traspaso de poderes con garantías, sin prisas que enturbiasen su pausada hoja de ruta en su carrera hacia La Moncloa.

Preguntado al respecto, el presidente del PP ha explicado que se siente “muy honrado” del nuevo paso acordado y encomendado por la Xunta de Galicia y ha prometido trabajar con la misma diligencia que le caracteriza: “Representaré a Galicia con la misma entrega y dedicación con la que ha trabajado durante todos estos años como diputado autonómico", ha subrayado, al tiempo que indicaba que no será fácil rivalizar con el presidente del Gobierno en las sesiones de control al Ejecutivo ya que Sánchez, “si se prepara bien”, no tendrá dificultades para ganar los debates por su condición al ser el que “cierra” las intervenciones.

Al ser preguntado si tiene ganas de confrontar con el presidente, Feijóo se ha remitido a la sesión plenaria del 7 de junio, que es la primera en la que podría tener un 'cara a cara' con Sánchez según está previsto en la agenda parlamentaria. "La verdad es que no me lo he planteado, a partir del 7 de junio me lo voy a plantear", ha manifestado. Antes de ello, el líder de la oposición reunirá en la cámara del Senado a su equipo: no solo al de la Cámara Baja, sino al del Congreso y al del Parlamento Europeo, para "fijar las prioridades de esta nueva etapa".

Así las cosas, y tras una designación calmada y muy estudiada en la planta noble de Génova, Alberto Núñez Feijóo ha renunciado a su acta de diputado en la Xunta tras casi 17 años después de sentarse por primera vez en el hemiciclo autonómico, donde se estrenó tras las elecciones de 2005 en las que Fraga perdió la mayoría absoluta.

Continuismo bajo control

Esta reunión, necesaria para remodelar la estrategia, se producirá 72 horas más tarde de que el presidente del PP haya renovado todos los altos estamentos del parlamentarismo popular. Los cabezas de cartel seguirán siendo los mismos -Javier Maroto será portavoz del Senado, Cuca Gamarra del Congreso y Dolors Montserrat del Parlamento Europeo-, pero, fiel a su estilo, Feijóo controlará los movimientos con la revolución de los números dos.

Así, en el Congreso el nuevo 'número dos' de Gamarra será el granadino Carlos Rojas, en sustitución de Guillermo Mariscal, que pasa a ser secretario general adjunto. En el caso del Senado, la nueva 'número dos' de Javier Maroto será Amelia Salanueva, que sustituye a la senadora de la Comunidad Valenciana Salomé Pradas. También se han producido ajustes en los portavoces adjuntos de ambas Cámaras, y en el caso del Senado entrará en ese cargo el veterano Javier Arenas.

Andalucía, la primera prueba de fuego

El líder del PP tendrá su primera prueba de fuego en Andalucía. El presidente de la Junta y máximo aspirante a revalidar cargo, Juan Manuel Moreno Bonilla, cuenta con la confianza plena de Génova, que ve en su aspirante a un líder carismático y de gestión con un perfil parecido al que defenderá Feijóo en beneficio propio llegado el momento. Las encuestas le sonríen, pero el miedo a que Vox siga creciendo empieza a llenar de nerviosismo al PP, sabedor de que un nuevo pacto con la extrema derecha sería contraproducente para el relato de moderación y centralidad que siempre ha acompañado al actual líder de la oposición durante sus años de mayorías absolutas en Galicia.

No es de extrañar que Moreno Bonilla, sabedor de la encrucijada que deberá afrontar en este proceso de campaña electoral, ya haya abierto la posibilidad a una repetición electoral en el caso de que Vox cumpla su promesa y pida entrar en el Ejecutivo andaluz con el peso proporcional concedido por las urnas. Los de Olona, no obstante, lo tienen claro: no serán muleta de nadie sin tocar poder, sin entrar en las instituciones, sin dejar su marca a nivel programático y lanzarse, esta vez sí, hacia la yugular de un bipartidismo que aprecia en la extrema derecha al rival a batir.