Las primarias del PSOE de Andalucía han dado un respiro a Ferraz. La preocupación sobre la capacidad de atracción de Susana Díaz, empeñada en permanecer en su puesto pese a las reticencias de la dirección nacional, se terminó con el primer adelanto de resultados: Juan Espadas se imponía claramente por encima del 50%, Díaz no llegaba al 40% y de las principales delegaciones solo llegaban recuentos favorables a los designios de Pedro Sánchez y su equipo cercano. El presidente del Gobierno ha enterrado a la mandamás del sector crítico, a quien le retó en las primarias y le dijo aquello de que ella siempre salía a ganar, poniendo en cuestión la capacidad de Sánchez para vencer a Mariano Rajoy y a ella misma en el proceso de primarias que les enfrentó.

Entonces fue Sánchez quien cogió el coche, se ganó a las juventudes socialistas y vacunó con la cura de la humildad a su rival. Misma dosis que la recibida en 2019 a manos de Moreno Bonilla, Ciudadanos y Vox. Mismo resultado que el cosechado este domingo frente a Juan Espadas. La que sabía ganar no ha hecho más que perder desde entonces, y, todavía hoy, pese a la promesa de echarse a un lado y colaborar, sigue siendo una piedra en el zapato del núcleo duro del presidente del Gobierno.

Crecida, la plana mayor del socialismo ha salido en tromba a exigir a Díaz su dimisión como secretaria general del PSOE-A. Susana Díaz explicó en la sede central del socialismo andaluz que no dimitiría y aguantaría en el puesto hasta finales de año. Desde Ferraz exigen que ceda, suelte lastre y se aparte. No quieren bicefalias, han decidido quién es su candidato y piden altura de miras a una dirigente que se mantiene firme en su decisión: “Soy más socialista que el escudo”.

El primero en avisar fue el propio Espadas: “Ya no hay bicefalia. El liderazgo que sale de las urnas por la militancia es tan claro y tan contundente que no deja lugar a duda”. Este mismo mensaje, diseñado a la perfección por los que mueven los hilos de la comunicación socialista, ha sido entonado un día después por el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, y por el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Sánchez gana, Díaz pierde y Espadas gobierna. Sin medias tintas.

Ábalos ha subrayado que la cúpula socialista da por hecho que todos van a trabajar "para ayudar a Espadas", y no en ningún otro sentido. "Como solo entendemos esa posibilidad, entendemos que no hay ningún problema interno que resolver". "La democracia ha hablado. Ha apuntado renovación y unidad, y ese es el camino que tenemos que continuar", ha sentenciado el presidente.

Aunque la opción todavía no se descarta -Susana Díaz tiene la puerta de salida abierta-, por el momento Ferraz descarta imponer una gestora que acabe con su mandato desde la secretaría general. Consideran “irrelevante” su presencia y medirán cada una de sus actuaciones para ver si la promesa de ponerse a disposición de Espadas es real y no un brindis al sol.

Sánchez, reforzado

No las tenía todas consigo. Susana Díaz recorría pueblos y Juan Espadas no parecía un líder sobrado de carisma. Pero Sánchez ganó y salió reforzado de un domingo que hubiese firmado el mismo Iván Redondo [Jefe de Gabinete del presidente]. Casado se la pegó en Colón, Espadas dio un espaldarazo al sanchismo en Andalucía y la jornada acabó con las primeras victorias del PSOE tras una larga travesía por el desierto.

La fallida moción en Murcia, la amplia victoria de Ayuso en Madrid, la subida de la luz, los peajes en las autovías, la crisis con Marruecos. Sobraban los motivos para la preocupación. Con la derrota de Díaz, llueve menos en Ferraz.