En un vídeo doméstico que corrió como la pólvora en las redes sociales, Susana Díaz admitía ante un grupo de militantes “la hostia” que se había llevado en las primarias de mayo de 2017 en que competía contra Pedro Sánchez. La segunda ‘hostia’ vendría un año y medio después, en diciembre de 2018, cuando ganó las elecciones pero se dejó por el camino cientos de miles de votos y perdió la Junta de Andalucía a manos de la derecha.

La tercera y definitiva ‘hostia’ ha tenido lugar este domingo 13 de junio, dos años y medio después de la segunda y tras haber rechazado Díaz las envenenadas pero tentadoras ofertas que le ha venido haciendo el entorno de Pedro Sánchez, desde ministra de lo que quisiera hasta presidenta del Senado. La líder socialista las rechazó todas: su obsesión era reconquistar la Junta de Andalucía, que en su opinión el Partido Socialista había perdido por una carambola que no tendría por qué volver a repetirse.

De las dos primeras derrotas de 2017 y 2018 salió viva. Fuertemente magullada pero viva, aunque más por la férrea determinación de seguir viviendo que porque sus constantes vitales hubieran quedado intactas. No lo estaban, pero era difícil saber con exactitud cuántas fuerzas le quedaban a la expresidenta. Hoy se ha sabido: bastantes, pero no las suficientes para salir viva de nuevo. La difunta debe dedicarse ahora a preparar con mimo y discreción su propio entierro.

Esta vez no fallaron los pronósticos porque no hubo pronósticos. Nadie se atrevió a hacerlos, aunque sí estaba muy extendida la sensación de que había partido, de que había más partido del que inicialmente habían previsto los estrategas de Ferraz que forzaron el adelantamiento de las primarias, previstas para final de año. Había partido, sí, pero no tanto como para provocar una segunda vuelta y no tanto como para no haber quedado bien claro que Susana Díaz tiene que dar el paso atrás que no quiso dar tras la primera ni tras la segunda 'hostia'.

Los datos de la batalla

Los datos principales de la batalla socialista del 13-J son estos: Juan Espadas suma el 55,05% de los votos (18.751), Susana Díaz el 38,76 (13.202) y Luis Ángel Hierro el 5,33% (1.817). La participación ha sido del 75,29% (34.102 votos emitidos).

El alcalde de Sevilla ha sido el más votado en Cádiz, con un 66,8% de apoyo y 38 puntos de ventaja sobre Susana Díaz; Granada, con un 61,54% de respaldo y 30,5 puntos más que la secretaria general del PSOE-A; Huelva, con el 55,21% de los votos y 16 puntos de ventaja sobre Susana Díaz; Jaén, con un 66,85% de apoyo y cerca de 48 puntos sobre la expresidenta de la Junta; y Sevilla, con un respaldo del 54,53% y más de 13 puntos de ventaja sobre Susana Díaz.

La candidatura de Susana Díaz ha sido la más votada en Almería, con un apoyo del 56,60% y cerca de 16 puntos de ventaja sobre Espadas; Córdoba, con un respaldo del 48,84% y 4,1 puntos sobre el alcalde de Sevilla; y Málaga, con el 48,5% de los votos y algo de más de dos puntos sobre Espadas.

Luis Ángel Hierro ha quedado muy lejos de sus expetactivas: ha logrado su mejor resultado en Jaén, con un apoyo del 13,32% a 5,5 puntos de Susana Díaz, y el peor en Almería, con apenas el 2,37% de los votos.

César o nada

Estaba escrito que el trofeo del ganador de las primarias era el mismo para los tres, la candidatura a la Presidencia de la Junta, pero no sucedía lo mismo con la derrota: Juan Espadas no perdía demasiado si salía derrotado y Luis Ángel Hierro perdía todavía menos, pero en cambio Susana Díaz se lo jugaba todo en este envite. Se jugaba el ser o no ser en ese PSOE de Andalucía que ha dirigido durante los últimos ocho años y que hoy le ha dado la espalda.

La pregunta que quizá más habrá pesado en los militantes a la hora de depositar su voto habrá sido: ¿cuál de los candidatos tiene más posibilidades de recuperar la Junta de Andalucía? Su respuesta ha sido inequívoca: Juan Espadas.

Y también habrá pesado la conciencia entre las bases de que una derrota de Espadas lo sería también de Pedro Sánchez, que de haber vencido Díaz habría salido debilitado en un momento especialmente difícil: con la derecha envalentonada por la arrolladora victoria de Madrid y encorajinada por el compromiso del presidente de indultar a los políticos independentistas condenados.

Ferraz respiraba con alivio a medida que se iban conociendo los datos: con el 90 por ciento de las papeletas escrutadas, Espadas se afianzaba en el 55 por ciento, Díaz no llegaba al 40 y Hierro quedaba muy lejos del 10.

También estaba escrito que si Espadas ganaba, en pocos meses se haría efectiva la ansiada reconquista del último reino rebelde al sanchismo. La derrota de Díaz autoriza a augurar que el XL Congreso Federal del PSOE, que en unos meses se celebrará en Valencia, será un paseo militar para Pedro Sánchez. Espadas, en cambio, podría tenerlo algo más complicado: su 55 por ciento y el 38 de Díaz evidencian que el partido sigue dividido: al alcalde de Sevilla le toca unirlo.

En todo caso, la victoria de Juan Espadas abre un nuevo periodo en el PSOE de Andalucía: el suyo es el perfil que un hombre que cuando ha perdido ha sabido perder y cuando ha ganado ha sabido ganar. Ahora le toca demostrarlo una vez más, aunque para ello necesitará la ayuda inestimable de la todavía secretaria general del partido, que está obligada a saber perder con deportividad, propiciando una transición pacífica y gestionando sin resentimiento su 38 por ciento de apoyos. Su meteórica carrera en el PSOE de Andalucía empieza tocar a su fin. La tercera 'hostia' ha sido definitiva.