El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha invitado al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski a la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se celebrará en Madrid, el 29 y el 30 de junio, para la que Finlandia y Suecia serán llamados a adherirse a la Alianza Atlántica.

De confirmarse la asistencia de Zelenski, acudiría en calidad de invitado por los 30 países aliados, junto a Sanna Marin y Magdalena Andersson, toda vez que las primeras ministras nórdicas completen la solicitud de sus respectivas naciones.

Este pasado jueves, Finlandia anunciaba oficialmente su intención de entrar en la OTAN. “Si no hay cambios, las delegaciones de Helsinki y Estocolmo participarán en la cumbre”, según detallan fuentes del Gobierno central citadas por El Español, organizador de la cumbre.

Desde Moncloa trabajan en colaboración con los ministerios de Exteriores y Defensa, así como con los países aliados, para garantizar las “condiciones de seguridad” que faciliten la presencia de Zelenski.

El Gobierno ucraniano ha dado su conformidad, según adelanta el mencionado medio, aunque por el momento habrá que esperar a que la evolución de la contienda lo permita, la seguridad no lo disuada y el desplazamiento tanto de ida como de vuelta sea viable.

Los debates parlamentarios celebrados han acercado posturas y la opinión de la sociedad está mayoritariamente mayoritariamente favorable, por tanto, se espera que Suecia transite por el mismo sendero que Finlandia “antes de dos semanas”, según el ex primer ministro finlandés, Alexander Stubb. Desde Suecia, a pesar de las largas fronteras que le separan con Rusia, han seguido los pasos, que en este caso va relacionado con sus principios ideológicos.

Kiev dio un paso atrás

El mandatario ucraniano intervino en la última reunión extraordinaria de la OTAN en Bruselas, el pasado 24 de marzo, un mes después del inicio de la invasión rusa. Apareció de manera telemática y solicitó más apoyo militar y “una zona de exclusión aérea que frene los bombardeos de Rusia”.

Antes de que Suecia y Finlandia formalicen con premura la adhesión, los diferentes Gobiernos de Kiev sí habían expresado, su intención de añadirse a la Alianza Atlántica, desde hace años.