Rusia ha amplificado su respuesta a Finlandia tras el comunicado conjunto de su primera ministra, Sanna Marin, y el presidente, Sauli Niinistö, bendiciendo la adhesión a la OTAN. El Ministerio de Exteriores ruso ha amenazado al país nórdico con “represalias” de índole militar -entre otras- de consumarse su ingreso en la Alianza Atlántica.

A través de un comunicado, el Kremlin ha insistido en que la adhesión de Finlandia a la OTAN infligirá “graves daños” a las relaciones entre los dos países. Por tanto, Moscú ha subrayado que se verán obligados a adoptar “represalias” para frenar las “amenazas de seguridad a su territorio”.

El departamento de Exteriores de Vladimir Putin ha recordado que, en incontables ocasiones, ha afirmado que la elección de las formas de garantizar su seguridad nacional depende de las autoridades y el pueblo de Finlandia. En este sentido, han subrayado que Helsinki ha de tomar consciencia “de la responsabilidad” y las consecuencias del “paso”.

Rusia estima que el ingreso en la OTAN implica una “violación directa” de las “obligaciones legales” de Finlandia, incidiendo en el Tratado de Paz de Paríos de 1947, que establece la obligación de las partes de “no conformar alianzas ni coaliciones contra uno de ellos”. Las agencias de noticias rusas han aludido al Tratado de 1992 entre Moscú y Helsinki, mediante el cual se registra una abstención por parte de sendos territorios a la “amenaza” o “uso de la fuerza” contra la integridad o independencia política de la otra parte.

En este punto, Moscú carga contra la “indiferencia” de Occidente hacia el Derecho Internacional, argumentando que es un comportamiento que se ha convertido en regla general. Por este motivo, según se desliza en el escrito, Rusia responderá “de acuerdo con la situación”.

Rusia subraya que, durante décadas, la política de “no alineación militar” fue la base para la “estabilidad de la región del norte de Europa”, dotando de un “nivel confiable de seguridad” a Finlandia. “Una base sólida para construir una cooperación y asociaciones mutuamente beneficiosas entre ambos países, en las que el papel del factor militar quedó reducido a cero”, continúan en el texto.

Deseo expansionista de la OTAN

En el gabinete de Vladimir Putin lamentan que el historial de paz y cooperación en las relaciones con Finlandia, sumado a la “buena vecindad”, hayan sido capaces de estrechar el vínculo entre sendos estados y “convencer” a Helsinki de las sutilezas de una “política de no alineación militar”.

El Ministerio de Exteriores de Rusia se muestra “convencido” de que el fin último de la Alianza Atlántica, es “claro” y este pasa por “continuar expandiéndose” hacia las fronteras de Rusia para, de esta manera, generar un nuevo flanco para una supuesta “amenaza militar”. “Pero por qué Finlandia convertiría su territorio en una frontera de conf5rontación militar con Rusia, mientras pierde independencia para tomar sus propias decisiones, la Historia lo juzgará”, rematan.

Una amenaza para Rusia

En un primer momento, el Kremlin trasladó a la opinión pública que la adhesión de Finlandia a la OTAN supone una “amenaza” para Rusia. De hecho, arguyeron que el deseo de Finlandia no contribuía a hacer de Europa un continente “más estable y seguro”. “Definitivamente”, ha comentado este jueves el portavoz de la Presidencia rusa, Dimitri Peskov.

Moscú ha ratificado que calcularon todos los “riesgos” antes de acometer la invasión de Ucrania. De hecho, explican que “las opciones más diversas son siempre consideradas y analizadas”.

Fin a la neutralidad de Finlandia

La adhesión de Finlandia a la OTAN cercenaría la neutralidad finlandesa desde los primeros compases de la Guerra Fría. Tras librar dos guerras contra la Unión Soviética en plena Segunda Guerra Mundial, que acabaron con la renuncia de Finlandia a parte de su territorio, Moscú obligó al país nórdico a rubricar un acuerdo de cooperación que, en la práctica, suponía un control.

El final del acuerdo llegó con la caída de la URSS en 1992, aunque tres años más tarde, Finlandia, Suecia y Austria ingresaron en la Unión Europea. Un punto de inflexión para los finlandeses, que entienden que la neutralidad llegó a su fin con su ingreso en la Comunidad. Sobre todo, desde 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que incluía una cláusula de defensa mutua. Por ello, hasta la fecha, Finlandia se ha significado como un país “no alineado militarmente”.

La adhesión de Finlandia a la OTAN supondría que la frontera entre la Alianza y Rusia aumentaría sobre manera: a los 1.200 kilómetros actuales con las fronteras de Polonia, Noruega, Estonia, Letonia, se le sumarían 1.360.