La primera ministra, Sanna Marin, y el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, han emitido un comunicado conjunto este jueves mediante el cual respaldan el ingreso del país nórdico en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). "Finlandia debe pedir su adhesión cuanto antes", expresan en una misiva lanzada cuatro días antes del comienzo del debate sobre el ingreso a la Alianza Atlántica en el Parlamento finés.  Está previsto que este mismo sábado el Partido Socialdemócrata finlandés, tradicionalmente contrario a la adhesión en la OTAN, anuncie su postura definitiva.

Rusia amenazó a Finlandia para impedir que el país solicitara su ingreso en la OTAN, pero las advertencias del Kremlin han caído en saco roto. Los principales líderes del país han bendecido la adhesión de los nórdicos en la Alianza Atlántica. De hecho, tan solo un día después del inicio de la invasión sobre Ucrania, la portavoz de Exteriores de Putin, María Zajárova, vertió las primeras coacciones a Estocolmo y a Helsinki, amagando con “graves consecuencias políticas y militares”.

Los avisos del Kremlin a sendos países no han cesado desde entonces, lo que ha provocado una oleada de apoyo civil a la adhesión en la Alianza. Según una encuesta difundida por la televisión pública finesa, el 76% los ciudadanos se muestran favorables a su ingreso, frente a un escaso 12% que lo rechaza. A finales de 2021, la oposición era ligeramente inferior al 20%.

Pero la actitud coercitiva de Moscú no solo ha incidido en la sociedad finlandesa, sino también en la clase política. En las altas instancias institucionales de Finlandia se han sentido los ecos de las amenazas de Putin, que han forzado a un cambio sustancial en la percepción de la primera ministra, Sana Marin, quien apenas 100 días antes deslizaba que la adhesión a la OTAN era poco menos que una remota posibilidad a corto alcance.

Adhesión inmediata

Este jueves, tras más de dos meses desde el inicio de la invasión y de ingentes amenazas desde Moscú, las oficinas de Presidencia y el Gobierno finlandés han publicado un comunicado conjunto en el que el Niinistö y Marin han enfatizado en las “importantes discusiones” sobre la adhesión del país en el bloque atlántico y sentencian que “era necesario tiempo para la formación de una posición” tanto a escala parlamentaria como en la sociedad “en su conjunto”.

En la misiva, ambas oficinas recuerdan que ha requerido “tiempo” estrechar lazos internacionales con la OTAN y sus países miembros, así como con los vecinos de Suecia. “Queríamos dar al debate el espacio que necesita”, afirman, al tiempo que resaltan la proximidad de la “toma de decisiones”. “Subrayamos nuestra posición común para informar a grupos parlamentarios y partidos”, han concluido.

Este mismo miércoles, el presidente finés advertía que la plausible adhesión del país a la Alianza Atlántica no está dirigida “contra nadie”, en clara alusión a Rusia. Niinistö justificó su posicionamiento favorable al ingreso en base a “maximizar nuestra seguridad”, dado que implica una mejoría considerable de la “defensa de nuestro país”.

Fin a la neutralidad de Finlandia

La adhesión de Finlandia a la OTAN cercenaría la neutralidad finlandesa desde los primeros compases de la Guerra Fría. Tras librar dos guerras contra la Unión Soviética en plena Segunda Guerra Mundial, que acabaron con la renuncia de Finlandia a parte de su territorio, Moscú obligó al país nórdico a rubricar un acuerdo de cooperación que, en la práctica, suponía un control.

El final del acuerdo llegó con la caída de la URSS en 1992, aunque tres años más tarde, Finlandia, Suecia y Austria ingresaron en la Unión Europea. Un punto de inflexión para los finlandeses, que entienden que la neutralidad llegó a su fin con su ingreso en la Comunidad. Sobre todo, desde 2009, con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que incluía una cláusula de defensa mutua. Por ello, hasta la fecha, Finlandia se ha significado como un país “no alineado militarmente”.

La adhesión de Finlandia a la OTAN supondría que la frontera entre la Alianza y Rusia aumentaría sobre manera: a los 1.200 kilómetros actuales con las fronteras de Polonia, Noruega, Estonia, Letonia, se le sumarían 1.360.