Camino libre de obstáculos para Pedro Sánchez en lo que se presuponía como una carrera de fondo con la presidencia de la Internacional Socialista como meta. El presidente del Gobierno, se afianza la primera de las dos patas para potenciar su perfil en el exterior, ante la falta de candidaturas a escasas horas de concluir el plazo para su presentación. Para la segunda de ellas habrá que esperar hasta el segundo semestre de 2023, cuando recaiga sobre España la presidencia rotatoria de la Unión Europea.

La proyección en el exterior es una de las facetas que Pedro Sánchez ha tratado con especial celo. Desde su llegada a La Moncloa, el jefe del Ejecutivo ha optado por edificar una figura respetada en el plano europeo, aunque a ello ha ayudado la mayor placidez que siente tras los Pirineos, alejado de la altivez y del ruido subyacente en la política patria.

La potenciación del perfil de Sánchez en el exterior tiene en la Internacional Socialista el primero de los pilares de esta estrategia. El pasado 23 de septiembre, el líder del Ejecutivo y secretario general del PSOE anunció su candidatura durante su estancia en Nueva York, a diez meses de asumir la presidencia rotatoria de la Unión Europea. “Somos los socialdemócratas quienes hemos apostado siempre por avanzar, por conquistar nuevos derechos y libertades y lo seguiremos haciendo. Juntos, juntas, y con energías renovadas”, escribió en su perfil de Twitter.

Puntal socialdemócrata

En los estatutos de la Internacional Socialista se estipula que los aspirantes han de presentar sus candidaturas como mínimo con un mes antelación a la celebración del congreso que dirima su elección para los próximos cuatro años. El cónclave, en esta ocasión, se celebrará entre los días 24 y 28 de noviembre, con Madrid asumiendo un papel protagónico en la que será la unción de Sánchez como cabeza visible de la Internacional Socialista ante la -por el momento- falta de candidatos. Así, el jefe del Ejecutivo español afianza una de las dos patas para, a las puertas de un año electoral, impulsar y robustecer su perfil en el exterior. No obstante, en Ferraz muestran su cautela y emplazan a la conclusión del plazo para lanzar las campanas al vuelo. "Veremos", comentan fuentes socialistas.

A menos que haya sorpresas de última hora, Sánchez asumirá la presidencia de la Internacional y tomará el relevo del griego Yorgos Papandréu, quien ha permanecido al frente durante los últimos 16 años, sustituyendo al portugués António Guterres en 2005.

Si impulso tras las fronteras españolas se vio beneficiado por el resurgimiento de la socialdemocracia en el Viejo Continente, así como por la aparición de la nueva izquierda en América del Sur. Sánchez aprovechó estos movimientos tectónicos para erigirse como principal líder socialdemócrata en Europa. Al menos hasta la unción de Olaf Scholz como nuevo canciller alemán. No obstante, utilizó la victoria del socialdemócrata como aval de que sus métodos eran los idóneos.

Pero Sánchez también posa sus miradas allende los mares. La presidencia de la Internacional Socialista favorece su estrategia de situarse como enlace entre Europa y Latinoamérica, cosiendo las relaciones con la nueva izquierda resultante tras el Atlántico y despejando las injerencias de otros actores políticos como, por ejemplo, Podemos.

Plena sintonía con Von der Leyen

Pertenecer a distintas familias políticas no es obstáculo para tejer una “buena relación” con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En el PSOE remarcan, según El Mundo, la afinidad entre sendos líderes, calificando el trato como “excelente”. “Esto implica que la relación entre Bruselas y España sea muy buena”, argumentan desde Ferraz, al tiempo que subrayan que existe una “sintonía absoluta” que no se limita solo al plano personal, sino también en el ideológico. En Europa, Sánchez ha comandado los debates en torno a cuestiones tales como la reforma del mercado energético, la tan criticada excepción ibérica o las interconexiones energéticas, ganándose la aprobación de los líderes europeos.

En este aspecto influirá, por supuesto, la presidencia rotatoria que asumirá España en el segundo semestre de 2023, tras la celebración de los comicios municipales y autonómicos y durante la campaña a las generales de finales de año. Esta es la segunda de las patas vitales de cara a fortalecer la estrategia exterior de Sánchez. Un escenario donde replicar el ensayo que supuso la cumbre de la OTAN de Madrid.

Es más, el jefe del Ejecutivo se ha jactado de enarbolar esa bandera europeísta, con constantes alusiones reivindicativas al “patriotismo europeo”. “Es una identidad nueva y complementaria a otras como la española y la catalana”, defendió en su momento el presidente del Gobierno. Una estrategia que desde la oposición se ha interpretado como una “huida hacia delante” de Sánchez ante el horizonte “que se avecina”.