Han pasado ya cuatro meses desde la hecatombe que se llevó por delante a 47 de los diputados que Ciudadanos obtuvo en las elecciones de abril. Una debacle que también le costó el liderazgo a Albert Rivera, dejando un periodo de ‘sede vacante’ en el partido hasta que Arrimadas conquistó el trono naranja y redefinió la estrategia de su predecesor, que guarda silencio ante un nuevo viraje.

El que fuera líder de Ciudadanos vive en permanente mutismo en los temas tocantes a su partido. En su momento, Albert Rivera ya advirtió que él no iba a ser un “expresidente” al uso, ni “un jarrón chino” ni nadie “que tutela”. Estas declaraciones tuvieron lugar el 2 de marzo, una época en la que España miraba con recelo hacia Italia y China y ni se imaginaba lo que estaba por llegar.

Desde entonces, su partido ha pasado de la sede vacante – con la gestora al mando - a ver a Inés Arrimadas gobernando Alcalá 253. La lideresa, tras vencer a Francisco Igea en las primarias, decidió apostar por una vuelta de tuerca y repensar, una vez más, la estrategia que Ciudadanos había llevado a cabo en los confines de la era Rivera.

La renovada dirección de los liberales ha apostado por su partido como una opción de Estado, leal al Ejecutivo ante una situación de emergencia sanitaria. Edmundo Bal lo definía de la siguiente forma el pasado jueves en el Congreso: “Estamos enfadados, pero ahora no toca”. Unas declaraciones que advierten la renovada postura de la formación liberal.

Ciudadanos quiere librarse de las cadenas que Partido Popular y Vox, con la inestimable colaboración de Albert Rivera, pusieron a un partido que otrora amenazaba con convertirse en alternativa de Gobierno. El batacazo obligó a los naranjas a rediseñar su estrategia en esta nueva etapa. Inés Arrimadas ha soltado el lastre necesario y, pese a que la mochila aún tiene peso, ha dado un nuevo aire a los suyos.

De la cerrazón de su predecesor, Ciudadanos ha pasado a la mano tendida al presidente del Gobierno. De hecho, el pasado jueves, el partido que comanda Arrimadas dio el visto bueno a dos de las tres medidas que propuso el Ejecutivo de Pedro Sánchez, amén de la aprobación a la prórroga del estado de alarma.

Mutismo de Rivera

Pero la postura de Albert Rivera es bien distinta a la que se ha adherido su renovado partido. El expresidente de Ciudadanos mantiene, a través de Twitter, donde conserva su activismo pese a apartarse de la vida política, el mismo discurso de confrontación contra el Gobierno de Pedro Sánchez.

De hecho, Rivera se preguntaba el pasado lunes por qué si el Gobierno conocía las medidas necesarias “no se tomaron decisiones ni informó a la ciudadanía”. Asimismo, también propuso que se decretara el estado de excepción, aunque matizó que “no era una propuesta política” porque no era un “cargo público”.

Una posición de beligerancia con el Gobierno, pero silencio absoluto con respecto a la estrategia colaboracionista de Inés Arrimadas. No ha dedicado un solo comentario a valorar las nuevas líneas de actuación de su partido, aunque sí ha tenido buenas palabras para Begoña Villacís e Ignacio Aguado en las medidas que sus respectivos gobiernos han llevado a cabo.